Mujeres que aman más allá de las rejas
Edgardo Castro es un director con sello propio. Puede sorprender y deslumbrar como también generar abulia o rechazo por la crudeza de sus imágenes, pero jamás será un realizador que provoque indiferencia. Sucedió en su ópera prima “La noche”, en la que no tuvo reparo en dirigir y protagonizar escenas de sexo explícito para retratar un perfil poco visible de la vida nocturna en Buenos Aires; y también en “Familia”, donde también eligió poner el cuerpo pero para mostrar la intimidad de su propio seno familiar. En “Las ranas”, su tercera película, decidió correrse del centro de la escena para contar la sordidez, la rutina y las miserias -tópicos que también abordó en sus dos películas anteriores- pero desde una realidad no tan cercana y poco frecuentada en el cine: la vida de las mujeres que van a visitar a sus novios en la cárcel. El documental sigue el derrotero de una joven vendedora ambulante de 22 años que ofrece medias a 50 pesos en el conurbano bonaerense y los fines de semana va a visitar a su novio, en el Penal de Sierra Chica. Hay pocos diálogos, pero algunos son brillantes por su simpleza y contundencia. Como cuando el novio le dice a la chica que está aburrido por la rutina de la cárcel y ella le dice: “Y bueno, ¿quién te manda?” La cámara se cuela en el relato sin subrayar nada, sólo muestra. Y es más que suficiente. Sobre todo porque el espectador a veces tiene la sensación de que no está pasando nada, pero basta ver a esa madre amamantando a su hijo antes de salir a vender medias, de verla puteando a un tipo porque no le compra y encima la destrata, o ver la cotidianidad de las charlas familiares en las visitas al Penal para que ese universo marginal tome un peso específico relevante. Castro utiliza los tiempos muertos para darle vida a su relato. Y siempre quiere mostrar algo más, aunque sea chocante por la crudeza. En esta película, el director apeló a esos recursos en menores dosis pero fue suficiente como para describir, en una escena sobre el final, un rasgo de la sexualidad de esas mujeres que viven su día a día con más pesares que esperanza. Con rejas afuera y rejas adentro.