[REVIEW] Las Reinas del Crimen.
Andrea Berloff, la guionista nominada al Oscar en 2016 por Straight Outta Compton, dirige su primer film con guion propio basándose en el cómic escrito por Ollie Masters para Vertigo (DC). Una historia ambientada en la década de los setentas en el archiconocido barrio de Hell’s Kitchen de New York.
New York, años setentas y el barrio de Hell’s Kitchen no son extraños para los amantes del género policial. Chulos, putas y barrios arrasados por la criminalidad donde los vecinos sobreviven entre edificios abandonados y música disco. Desde que tenemos memoria han sido historias escritas y protagonizadas por hombres; machos que toman las calles y las convierten en sus patios de juego, donde la ley es impuesta como en un remanente del lejano oeste, iluminado ahora por el neón y el fluorescente.
Es por eso que un drama como el film que protagonizan Melissa McCarthy, Tiffany Haddish y Elisabeth Moss suena interesante; porque desde el comienzo resignifica el relato poniendo por delante a la mujer y su sitio en esas historias. Tenía que suceder y de alguna manera Andrea Berloff lo logra, aunque a veces abuse del subrayado cuando fue tan bien propuesto en imágenes.
La historia, de las tres cabezas del sindicato criminal comienza en la ruina que son sus vidas, en la figura intrascendente que es ser la esposa «De» en un mundo de machos. Encerradas en sus casas amando una idea tergiversada de hogar. Nada extraño; ella cría a los hijos, ella recibe los golpes de un violento, ella es la rebeldía de un imbécil que ya no sabe qué hacer con eso. Que los tres maridos, con robo frustrado de por medio, terminen en la cárcel es el momento que descubrirán que son capaces de hacer el trabajo de estos, de hecho mucho mejor. Son ellas quienes reescribir el papel de la mujer en los bajos y oscuros fondos del crimen en un universo concebido en la ficción y la realidad como puramente masculino.
De hecho que el film se tome el tiempo de preguntarle a uno de los personajes protagónicos, la Kathy de Melissa McCarthy, en la voz de su pequeño hijo, qué es lo que realmente quiere, es un acierto que potencia la vorágine que las consume desde que deciden ganarse la vida por mano propia. Como también un subrayado a la libertad ganada por ellas, alguien al fin les pregunta qué desean. De nada sirve que otra mujer sea una potencia entre bambalinas como lo es la Sra. O’Carroll (Margo Martindale) porque ella no es más que extensión machista de los hombres que la rodean. Son las tres protagonistas quienes impondrán el nuevo código de la casa. Y para esto se servirán de todas las herramientas disponibles, incluidos los hombres.
Chantaje, robos, todo pasa por ellas y en ellas, transformándolas. Aunque se escapa por los intersticios de una historia bien montada una aproximación menos declamatoria que a veces no parece confiar en el trabajo de las protagonistas, que realmente entienden a los personajes rotos y reconstruidos que son. Un thriller criminal violento, que no ahorra asesinato y un drama de empoderamiento femenino interesante que juega con las reglas de los códigos del género y reelabora las posiciones, gracias a un trío protagónico que entendió la ductilidad de los personajes de este tipo, y casi que ni son necesarios los plot twist finales.