Tenemos ante nosotros una mezcla insatisfactoria entre la estética de un video juego apocalíptico, el thriller alegórico de entorno cerrado y el terror basado en posesiones. En sí la película comienza bastante bien pero de a poco va cayendo en un torbellino de escenas predecibles y diálogos huecos, de esos que terminan molestando de tanta nimiedad. De todas formas desde ya que estas sonseras bíblicas a punta de gatillo resultan mucho más disfrutables que casi cualquier exponente de la catarata de mamarrachos argentinos y europeos que suelen pasar sin pena ni gloria por la cartelera porteña…