Tom Hardy está siendo uno de los pesos pesados de la industria. Después de tener un inicio indie y más bien en papeles secundarios, se está ganando de a poco un justo lugar en el firmamento de las celebrities. Y no lo criticaremos nunca por ello.
En esta ocasión interpreta a dos hermanos gemelos que son los míticos hermanos Kray; gangsters llenos de glamour y sangre en la plena Londres de los 60s. Con un estilo que inevitablemente nos recuerda a Guy Ritchie, esta película cuenta con el sólido guión y dirección de Brian Helgeland. Brian es más reconocido por guiones como L.A. Confidential y Río Místico, pero sobre todo gracias a estos trabajos reconocemos su fanatismo por el cine policial. La cámara es nerviosa y predatoria (monumental que los puños entre hermanos interpretados por un mismo actor sea con cámara subjetiva). Sin embargo el film no llega a convencer.
Siento que tiene más que ver con que el foco está puesto en la mujer que lo ama y en cómo llegó a odiarlo, entonces el film que podría ser mucho más poderoso, denso y oscuro, termina siendo un cuento tragicómico de cómo la tragedia se construye. Le falta fuerza, a mi gusto.
Impecable trabajo de Hardy que hace un trabajo físico realmente impresionante, cambiando forma de caminar, de pararse, de hablar y muta frente a nosotros. Mención aparte a la belleza y fragilidad impresionantes de Emily Browing, que nos roba todas las miradas cuanto está en pantalla y en cuanto a lo actoral, es correcta.
Por otro lado, el vestuario y la música son preciosos. Agregan ese toque de glamour liviano que nos recuerda a clásicos del cine de gángsters como ser Casino o Buenos Muchachos. Pequeños guiños que funcionan muy bien. La fotografía trabaja mucho con la luz dura, de manera que por momentos parece quemada y por momentos se torna más oscura. El problema, para mi gusto personal, es que la imagen se vuelve demasiado falsa e idílica, faltándole un toque de contraste que es lo más nos gusta del cine policial negro.
No se pierdan los actores secundarios de lujo que terminan de completar esta livianísima biopic, con toques de violencia lúdica que por momentos la despegan de la media y luego la vuelven a sumergir.
Aun así, el resultado final no es malo, pero es extenso para lo que apunta.