Allá por 1973, El Exorcista revolucionó el género de terror. Entre muchos logros, inauguró un subgénero: el de las películas con posesiones diabólicas. Uno de los exponentes más representativos es El Exorcismo de Emily Rose, de 2005, dirigida por Scott Derrickson, quién regresa a este terreno en Líbranos del Mal.
El detective Ralph Sarchie (Eric Bana) sabe lo que es vivir entre la locura y el crimen. Tratar de hacer justicia en el Bronx siempre se hace cuesta arriba. Cuando parecía que ese contexto no podía ser más pesimista, comienzan a suceder extraños episodios: muertes inexplicables, personas que enloquecen de golpe, episodios sin explicación lógica, inscripciones en diferentes sectores de la ciudad. Sarchie, cada vez más perturbado por el caso -comienza a sufrir visiones y a escuchar voces que nadie más oye- recurre a Joe Mendoza (Edgar Ramírez), un sacerdote experto en demonología. Ambos descubrirán que la clave está en tres marines que volvieron de la guerra con algo más que traumas de guerra. Sarchie y Mendoza deberán usar la fuerza y la fe para detener a una feroz entidad maligna.
Derrickson llamó la atención desde que fue anunciado como director de Doctor Strange, otro de los superhéroes icónicos de Marvel. Sin embargo, sus raíces están en el horror: debutó con Hellraiser: Infierno, cuarta secuela de la saga creada por Clive Barker, y dio más muestras de su cariño por estos films en Sinister. Al igual que en El Exorcismo…, retoma esa temática (también basada en un hecho real), pero ahora en clave de policial en la línea de Pecados Capitales… e incluso de la mismísima Hellraiser: Infierno, que es más interesante de lo que se puede recordar: climática, sórdida, en donde el caso va consumiendo al protagonista, con sangre y cadáveres en su medida justa. Las secuencias del principio -sobre todo, la que está ambientada en un zoológico, durante la noche- son estupendos ejercicios de suspenso y miedo. Las escenas que incluyen a personajes poseídos también logran inquietar. Sin embargo, luego cae en lugares comunes debido al uso de clichés como gatos que aparecen de golpe y muñecos y niños solos en su habitación. Recursos que no terminan empantanando una historia que, sin tener una estructura novedosa, avanza con firmeza.
Eric Bana y Edgar Ramírez ayudan a darle credibilidad al relato. Ambos componen a dos antihéroes que, pese a cargar con un pasado que no deja de atormentarlos, se aferrarán a sus sentimientos más puros. Sean Harris encarna al marine más endemoniado. Este actor inglés ya se está especializando en papeles de villano o psicótico (hasta su desempeño como Ian Curtis, líder de Joy Division, en 24 Hour Party People, generaba cierta tensión). Por su parte, el comediante y presentador Joel McHale hace del compañero de Sarchie; un tipo duro, con salidas graciosas, sin entrar en la categoría de comic relief.
Es difícil saber si Líbranos del Mal se convertirá en un clásico, pero al menos ofrece un combo de horror y policial irresistible para los espectadores. Además, tal vez por los casos que confirman su existencia, los exorcismos nunca dejan de asustar.