Ya no llueven, pero da lo mismo
La espectacular primera entrega había sido una gran sorpresa. Sony Pictures animation, lo que hasta entonces había sido un impecable estudio de animación estadounidense que había logrado una película brillante (Surf’s up) entregaba otro gran éxito con muchas peculiaridades. La primera Lluvia de hamburguesas estaba dotada de un ritmo trepidante y adictivo, de una historia tan extraña como divertida e irreverente y de una inventiva visual atípica. Con seres elásticos y de movimientos imposibles, con gags perpetrados a toda velocidad y un gran sentido anárquico, la animación se sentía más cercana a las clásicas caricaturas de la Warner Bros que al cine de animación dominante, más jugado a texturas y a movimientos realistas. Más adelante, Sony Pictures Animation pareció perder el rumbo y la solidez que lo caracterizaba ofreciendo películas que, si no llegaban a estar mal del todo, carecían de la gracia y el empuje de las anteriores (Los pitufos 1 y 2, Hotel Transylvania, ¡Piratas!, una gran aventura).
Manteniendo la dignidad pero no el buen nivel de antes, en esta secuela hay un cambio de peso. La dupla de directores de la primera (Phil Lord y Chris Miller) fue sustituida por otra nueva, un par de animadores más inexperientes (Cody Cameron y Kris Pearn) y un grupo de guionistas que parecieran estar peleándose en el mismo trayecto de la película por ver quién aporta más líneas de diálogo. El resultado es un tanto abrumador, una obra sobregirada que, a pesar de contar con personajes atractivos que ya habían sido introducidos antes, demora mucho en cautivar, sin ofrecer momentos de distensión como para dejarle entrar aire al relato y permitir que sus personajes y el espectador respiren un poco. Hay momentos muy graciosos y de gran inventiva, se presenta un mundo inevitablemente atrayente (habitado por comida viviente y animalizada, a veces entrañable) y personajes que son lo máximo (el policía y una frutilla parlante sobre todo), pero es esta la clase de cine que se sustenta más en una acumulación de chistes que en una buena historia. Ya se sabe quién es el malo desde el primer fotograma en que aparece y no presenta ningún matiz que lo vuelva interesante. Las referencias cinéfilas son casi constantes y aluden a Jurassic Park, La misión, El regreso del Jedi, entre otras, pero la explosiva gama de colores y tanta variedad y riqueza de detalles merecían un poquito más de reposo.