Ya es sabido que no soy muy dura para las películas pero cuando uno recuerda lo que fue esa catástrofe (y eso que fuimos afortunados de verlo de lejos), no puede ser inmune. La idea de la naturaleza, yendo implacable contra quienes la habitan es aterradora. Creo que esta película está filmada no sólo con relativa fidelidad (ahí es donde más falla: optaron por actores reconocidos y no por filmar con actores españoles para agregar verosimilitud) por lo que fue, sino que también muestra un respeto por los que perdieron a alguien que no puede pasar desapercibida.
Desde el vamos, hay que hacer mención aparte a la gran composición musical que presenta. Empieza el film con unas notas sobre un sonido blanco que molesta y lo primero que vemos es al mar, que parece estar "dormido". Nos presenta a esta familia normal, unida, que va de vacaciones a disfrutar un poco de sol y playa. Como miles de otras que el director, Juan Antonio Bayona, acertadamente muestra cenando y en otras actividades. Remarca la suerte que han tenido en sobrevivir. Y eso es lo que más golpea: ha sido suerte.
Cuando el desastre sucede, la película se divide en dos y ese es otro acierto. Nos muestran lo imperioso de la primera ola sin que se vea el impacto y de ahí pasamos a la desesperación. Lo que ha hecho Naomi Watts con este papel es impecable. No sólo en su relación con el desastre, sino como madre y como profesional (ella es doctora y se presenta solícita para ayudar a los demás). Un nivel humano y de vulnerabilidad que siempre he disfrutado de ella. Ewan McGregor, interpretando a su marido, nos muestra ese costado sensible y abnegado que siempre disfrutamos ver en él. Si bien sé que sus capacidades actorales dan para mucho más, hay que reconocer que el guión está enfocado en ella y es ella quien lo sostiene.
No pude evitar llorar con la interpretación de Tom Holland, quien interpreta a Lucas, el hijo mayor. Cómo el chico se ve de repente superado, la necesidad de ser valiente y de asumir decisiones que no puede, lo desconcertado que se siente. Su desesperación y el hecho de no poder separar que es un chico y que se ve en esa situación es realmente devastador.
En lo visual, la película realmente es impecable. No va hacia los golpes bajos que pensé iba a tener. Me pareció respetuosa, un homenaje y un canto a una supervivencia rodeados de tanta muerte y tanta pérdida. Durante dos horas estuve hipnotizada por el horror, por un temor espantoso y por la sensación de tensión desesperada en esa gente que quería recuperarse y que, mientras rezaban estar equivocados, sentían que habían sido amputados de la mitad de su familia.
Los relatos de otros sobrevivientes, la agonía en los hospitales que parecían la Torre de Babel. No puede ser inmune a interpretaciones y una dirección semejante. Para salir silbando bajito y mirando el piso.