Aun cuando puede generar amores y odios, M. Night Shyamalan es uno de los directores de cine fantástico y de terror más destacados de las últimas dos décadas. Una puesta en escena calculada, guiones que funcionan como mecanismos de relojería y vueltas de tuerca sorprendentes ya son su sello distintivo. Otros directores fueron estrenando películas con suspenso y finales shockeantes, aunque sin acercarse -ni pretender hacerlo- al estilo del cineasta indio. Pero la excepción llegó por el lado de Fercks Castellani. Lo demostró en Pájaros negros, su ópera prima, y lo confirma en su nuevo film, Lo inevitable.
Estamos en la década del ‘30. Juana (Juana Viale), su hija Laura (Daryn Butryk) y su hermano Marcos (Luciano Cáceres), viajan en auto a través de una noche lluviosa. Por la radio anuncian el fin del mundo. De pronto tienen un accidente y deben refugiarse en una casa abandonada. Allí siguen atentos a las noticias del inminente apocalipsis, que incluye la aparición de extrañas criaturas. Para peor, un extraño individuo (Javier Godino) merodea en los alrededores.
La película puede interpretarse como una mezcla de dos films de Shyamalan: Señales y, sobre todo, La aldea. Tenemos un clima de amenaza latente, con personajes que deben poner a prueba sus creencias, pero con un horror que termina siendo la punta de un iceberg más profundo, más complejo. Pero a diferencia de su colega, que suele dejar al público con una sensación de alivio, Castellani tiene una impronta más fatalista. O por lo menos, rehuye a las convenciones del final feliz más clásico. Entonces no teme adentrarse en el territorio del folk horror, acercándose a algunos exponentes actuales –Hereditary, de Ari Aster, por ejemplo- y a la imaginería de H.P. Lovecraft.
Además de los aspectos narrativos, Castellani da muestra de una madurez formal, principalmente a la hora de construir un ambiente apocalíptico usando recursos calculados. Aquí son de vital importancia la fotografía de Eduardo Pinto, la música de Nicolás Iaconis y, en especial, el trabajo con los actores. Juana Viale le da un carácter misterioso a su personaje, y continúa demostrando su porte cinematográfico. Luciano Cáceres tiene la capacidad de expresar la brutalidad y la introspección de Marcos, y Daryn Butryk tiene una presencia más que interesante. Por su parte, el español Javier Godino vuelve al cine nacional en otro papel breve pero clave, como el de El secreto de sus ojos.
Lo inevitable es un producto cuidado, que apuesta a menos es más y sale ganando. Además, Castellani demuestra que sabe rendirle tributo a un ídolo, pero también que tiene armas para consolidar una voz propia.