Rolando Gallego (EscribiendoCine):
Perdida sin razón
Por alguna inexplicable razón, que se le escapa a este cronista, la transposición de libro a obra de teatro y de obra de teatro a película en ocasiones puede fallar. Y si bien Regiana Antonini pudo capturar la esencia que Martha de Medeiros le impregnó a Doidas e Santas, el libro que tomó para una de las piezas más exitosas de las tablas de Brasil, no pasa lo mismo con Locas y Santas (Doidas e Santas, 2016) film con el que el realizador Paulo Thiago debuta en la comedia.
Aquí, quizás por la falta de timming o la incapacidad para lograr en el guión un dinamismo necesario, la historia de la psicóloga y escritora Beatriz (María Paula), una mujer casada con una hija adolescente, con una personalidad particular que de un momento a otro decide patear el tablero, se pierde en los propios laberintos que impone la estructura narrativa. No hay un solo indicio en el film que explique el motivo de las decisiones drásticas que Beatriz asume, por lo que todo lo que se construye a continuación es un sinsentido que tampoco puede rescatarse por las tibias y acotadas interpretaciones del elenco que la acompaña en la difícil tarea de generar empatía con el público y hacer reír.
Locas y Santas es un film que, pensado principalmente para el público femenino, quiere emular aquellas chic flicks en las que el cambio y la crisis son el motor para narrar alguna transformación o necesidad imperante de la protagonista como para justificar lo que hace, piénsese en El diario de Bridget Jones (Bridget Jones Diary, 2001), por ejemplo. Pero como el guión de la propia Regiana Antonini, más la colaboración de Claudia Gomes y Pedro Antonio carece de explicaciones, el espectador sólo puede asistir a una sucesión de afirmaciones que atrasan y que ubican al film en un costado más machista que feminista y que no logra levantar vuelo en los casi 90 minutos de duración.
Si Beatriz un día decide cambiar su vida porque encuentra que la misma está vacía de sentido o de oportunidades para crecer, más allá que desde el guión se la construye como un ser lleno de oportunidades y de una bonanza económica más que alarmante, la continuidad de la historia carece de una línea narrativa que permita comprender su cambio. Es como si de un momento a otro Nacha Guevara volviera a la TV con su programa en el que escribía frases de autoayuda y afirmación en un espejo y además quisiera que un film la represente para apoyar esto. Si el film se ve por ese lado, tampoco se explican algunos giros puestos con fórceps (como el forzado viaje a Buenos Aires para justificar la coproducción con Argentina) o la intención de hacer reír con una construcción forzada de un Brasil turístico, glamoroso, alejado de la mayoría de los habitantes del país y que en un momento de crisis, como el que vive el país vecino, el discurso de esta comedia resulta más armado que nunca.
Afirmaciones reaccionarias, la sensación que todos están perdidos en las escenas, y también las rápidas y obvias resoluciones a algunas situaciones, hacen de Locas y Santas un film olvidable, un mal paso de comedia de Paulo Thiago que no resiste un análisis ni explicación sobre su origen y razón de ser.
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