Tribulaciones de un compositor en decadencia
Si hay algo que cabe destacar en este pasable film del debutante Scott Cooper, es su calidad para elevar al protagonista a un pedestal inimaginado, a pesar de lo decadente del mismo en cuanto a aspecto y creatividad. La vida de Bad Blake (monumental caracterización de Jeff Bridges) nos atrae porque, de alguna u otra manera, comenzamos la película conociendo su historia, sabiéndonos sus canciones y siendo conscientes de lo mal que está nuestro personaje en su carrera musical. Por ello nos alegramos cuando comienza a reiniciar su vida al conocer a la interesante reportera pueblerina, Jean Caddock (también brillante actuación de Maggie Gyllenhaal), entabla una adorable relación con el hijo de la susodicha y se mantiene fiel a sus hábitos -malos o no-.
Crazy Heart se resume en una parsimonia argumentativa exasperante pero amistosa para con el espectador, que entre cantitos country, la aparición de Robert Duvall y Colin Farrell, y el intento de redención del gran Blake, pasará dos horas confortables y apasibles, como la escena de pesca en el lago, la más bella de todo el film.
Y quizás sea por el gran trabajo de Bridges, o por la buena composición musical del genial T-Bone Burnett, que sin tener mucho para ofrecer esta cinta siente tan bien en un público poco pretensioso, pero lo seguro es que no es la gran cosa. Todo se corona con la canción "The weary kind", poderosa en la lírica pero muy acartonada en la melodía (sin embargo, ganó el Golden Globe y el Oscar a la Mejor Canción Original), que termina resumiendo a modo de triunfo un sufrido pasaje de un grande del country, creado a imágen y semejanza de la ascendente carrera del actor protagonista.