A veces los pioneros no tienen suerte. Los 4 Fantásticos es un caso especial: a principios de los ’60, este grupo de superhéroes le dio un fuerte impulso a Marvel Comics en la industria del noveno arte y más allá. El Hombre Elástico, La Antorcha Humana, La Mujer Invisible y La Mole cautivaron a generaciones de lectores e influyeron en más de un artista. Como todo lo que tiene éxito en las viñetas, pasó a la pantalla grande, y ahí comenzó la mala racha. Primero fue una adaptación en 1994, producida por Roger Corman; el bajo presupuesto y la dudosa calidad la convirtieron en un placer culpable -muy culpable- para los fanáticos que vieron copias en VHS (los negativos fueron destruidos por la propia Marvel). 2005 fue el año de la versión cinematográfica made in Hollywood, a cargo de Tim Story. Si bien tenía su simpatía, recaudó mucho dinero y hasta produjo una secuela dos años después, nunca generó demasiado entusiasmo entre los seguidores del cuarteto, mayormente debido a un irregular casting -Chris Evans, la Antorcha de turno, tuvo mejor fortuna como Capitán América- y a una falta de espíritu.
Aunque el tráiler y los datos revelados presentaban poca fidelidad a la historieta, Los 4 Fantásticos prometía una reinvención al estilo del Batman de Christopher Nolan, con una impronta seria y realista. Además, el director elegido fue Josh Trank, que venía de filmar la sorprendente Poder sin Límites, acerca de personajes de carácter superheroico. La premisa es la de siempre, pero con algunos cambios, empezando por el rejuvenecimiento de los personajes. Reed Richards (Miles Teller) pasa del colegio secundario a integrar un programa ultrasecreto que trabaja en algo que él ya venía desarrollando de chico: una máquina para transportar materia a otras dimensiones. Allí colaborará con Johnny Storm (Michael B. Jordan), su hermana adoptiva Sue (Kate Mara) y Víctor Von Doom (Toby Kebbell), un genio rebelde. No tardarán en viajar a una dimensión de paisaje rocoso, con una fuente de energía que los transformará para siempre.
Trank no ocultó la influencia de David Cronenberg, sobre todo de La Mosca, lo que se nota en los primeros cuarenta minutos: una máquina teletransportadora, un triángulo sentimental (puesto de manera sutil, pero está), el descontento y el alcohol como motores para hacer ellos mismos el experimento que los cambiará físicamente (justo en ese momento Reed llama a su amigo Ben Grimm, interpretado por Jamie Bell, quien devendrá en La Mole). El director también quiere hacer hincapié en cómo los militares y el gobierno pretenden hacer uso de estos -ahora inusuales- jóvenes para misiones especiales, al tiempo que desarrolla más tecnología capaz de permitirles ir por más de aquella energía poderosa.
Pese a la prometedora búsqueda de Trank, el resultado final es chato, sin vuelo, con chispazos de detalles interesantes en las escenas intimistas, pero tan aburrido como desganado cuando llega la acción, que es muy escasa. Los efectos especiales están por debajo de los que pueden verse en los tanques actuales, aunque no hay un abuso de la tecnología digital. Sin embargo, el mayor error es desperdiciar una mitología tan icónica y a actores de la talla de Teller y Mara. Tampoco se debe olvidar que Doom, ya convertido en villano, está aprovechado pocos minutos, y mal (se lo extraña a Julian McMahon, el Doom en los films de 2005 y 2007, seguramente el mayor acierto de casting en todos estos intentos de adaptaciones).
Los 4 Fantásticos merecería en el cine un visionario que sepa darle una identidad definida, con pulso para las peleas y los diálogos, como Richard Donner con Superman, Tim Burton y Nolan con Batman y Sam Raimi con El Hombre Araña. Por ahora, sólo queda un producto de ideas arriesgadas pero poco y nada inspirado. Teniendo en cuenta el funcionamiento de Hollywood, no pasará mucho para que surja una nueva oportunidad en las salas para estos ídolos de la cultura pop.