Almodóvar vuela hacia lo seguro
Alejado de historias más vicerales y complejas como en "La Piel que Habito" Almodóvar vuelve a los ´80, hacia esos personajes increíbles y esa estética que lo hizo único, pero esta vez con la prolijidad y calidad que supo adquirir con los años.
En esta película coral, los personajes se encuentran ocupando la cabina de primera de un avión con destino a México, pero que por un desperfecto técnico debe quedarse sobrevolando España hasta conseguir una pista donde hacer un aterrizaje de emergencia. Las horas pasan, la clase turista y las azafatas están dormidas, y los quisquillosos pasajeros de primera exigen saber qué es lo que está pasando; es entonces cuando comienzan a hostigar a los tres serviciales comisarios de abordo, al piloto y al copiloto.
En esta ida y vuelta de secretos que no pueden ocultarse mucho tiempo, ataques de histeria, y confesiones mezcladas con alcohol y miedo a la muerte, los personajes desnudan sus almas y sus miserias entre las nubes, y descubren que algunos de ellos tienen mucho en común.
Las relaciones que comienzan con exigencias y altanería, terminan en una especie de fiesta pre fin del mundo, donde sin quererlo los personajes terminan cambiando su destino.
La película tiene todos esos detalles que no pueden faltar en una de Almodóvar: labios rojos, histeria, alguna que otra patada a la iglesia y a la doble moral, sexo como y con quien uno quiera, hombres con pantalones ajustados, gays sensibles, y mujeres alteradas pero con buen corazón.
Como en aquellas primeras comedias ochentosas los personajes son insuperables: una vidente virgen, un comisario de abordo que no puede mentir, una dominatriz ex estrella de los 80, entre otros, con una estética roja y turquesa de fondo, que solo podría tener un avión almodovariano.
Desde el principio sabemos que se trata de una comedia ligera, que no podemos esperar más que eso, reírnos durante toda la película. Pero según palabras del propio director, el avión es una metáfora de la realidad española de estos últimos años. Ahí es donde las cosas no terminan de cerrar. Si bien se hace referencia a ciertas situaciones sobre la política y la corrupción en España, está enfocado de un modo en que no terminamos de tomarlo en serio, y tampoco combina con el tono humorístico y absurdo que tiene el resto de la historia.
Sin dudas son los tres comisarios de abordo, mejor conocidos como azafatos quienes sostienen la historia; la química entre ellos es fabulosa, los diálogos están a la altura de los mejores que ha hecho Almodóvar, y la escena en que hacen una coreografía con música de las Pointer Sisters, es simplemente sublime. Javier Cámara esta impecable, como siempre, al igual que Raúl Arévalo y Carlos Areces, quien tiene momentos increíbles rezando en un altar portátil, que parece un pequeño Ave Porco.
Caótica y prolija al mismo tiempo, la película no tiene un guión brillante, pero tiene diálogos y personajes de esos que nos da la sensación que a esta altura el director ya puede crearlos en segundos, como solo él sabe hacerlo y siempre van a funcionar. Lo mismo hace con la música, con esos temas que luego pasan a la historia, y los escuchamos por primera vez en alguna de sus películas.
El final es el que esperamos, pero funciona, y más allá de algún que otro lugar común, es una comedia muy original, que cuando se propone solo ser una comedia, sin desviarse hacia el drama o la critica social, lo logra, y con excelentes resultados.