El director y guionista Luis Bernárdez presenta Los corroboradores, un falso documental que mezcla el thriller con la historia y la arquitectura argentina.
La historia gira en torno a una mujer que se presenta a la cámara como Suzzane, una periodista francesa, que llega a Buenos Aires con la intención de investigar la historia de Los corroboradores: una sociedad secreta, fundada por Carlos Pellegrini a finales del siglo XIX y principios del XX, que buscaba transformar la ciudad de Buenos Aires en una nueva París.
A su llegada al país la protagonista tenía previsto un encuentro con Martín Dressler, un guía uruguayo que se encargó de enviarle toda la información recopilada sobre esta sociedad. El informante en cuestión no acude a la primera cita que tenían programada, en cambio le deja una serie de mensajes crípticos en postales, para que ella se encargue de seguir adelante con el caso.
Suzzane no sólo deberá lidiar con la investigación sobre esta sociedad secreta de la élite política y económica, sino que además también deberá preocuparse por dar con el paradero de este informante anónimo. Será así que la protagonista iniciará un viaje donde recorrerá los diferentes edificios históricos. De este modo, Luis Bernárdez someterá al espectador a una especie de paseo turístico, por lo que uno podrá apreciar a través del lente lo hermosa -y muchas veces menospreciada- que es la Ciudad de Buenos Aires.
Bernárdez no sólo construye un falso documental (repleto de material de archivo y múltiples testimonios a cámara), sino que también desarrolla un thriller psicológico (la protagonista se va volviendo cada vez más paranoica, está convencida de que alguien la está persiguiendo y de que algo malo le va a ocurrir). Por momentos también parece que se está frente a una especie de ensayo histórico (abunda en datos sobre la historia política, aunque mezclados con mucha información ficticia).
Los diferentes materiales de archivo y las múltiples entrevistas a especialistas (historiadores, sociólogos, arqueólogos) que surgen a lo largo de la película, hacen que la línea entre la realidad y la ficción se torne borrosa. Esto genera en el espectador una sensación de que toda la información que se va descubriendo acerca de Los corroboradores podría ser más que una simple fábula, para transformarse en una historia verídica, aunque algo descabellada.