Las películas ambientadas en barrios cerrados o countries pueden constituir un subgénero, incluyendo dentro del cine argentino. Aun cuando incursionan en géneros distintos, Cara de Queso (2006) y Las Viudas de los Jueves (2009), por nombrar dos, permiten observar la idiosincrasia de una sociedad, y también las miserias que se ocultan debajo de una superficie de belleza, prestigio y elegancia. Los Decentes (2016), pertenece a la misma categoría, pero también tiene personalidad propia.
Belén (Iride Mockert) ingresa a trabajar como empleada domestica, cama adentro, en una residencia del country Palo Verde. Su nueva vida no empieza siendo prometedora: cuando no está limpiando pisos o cargando las valijas de su jefa y de su caprichoso hijo tenista, sale (mejor dicho, aceptar salir) con el guardia de seguridad (Mariano Sayavedra), en veladas por demás aburridas. Pero pronto, en una de las residencias vecinas, descubrirá una comunidad nudista. Allí encontrará aceptación y un clima de serenidad que la hace sentir libre, donde la lectura de textos propios convive con lecciones de sexo tántrico y performance delirantes. Un modo de vida que no es bien visto por la mayoría de los lugareños. Belén será testigo y partícipe del malestar que irá en aumento.
Como en Parabellum (2015), su ópera prima, el director Lukas Valenta Rinner presenta a un grupo de personas que funciona de un modo diferente al del resto, pero está dispuesto a lo que sea si se siente amenazado. Una vez más elije un tono cuidado, pulcros, con buena cantidad de planos fijos, pero de fuerte impacto. Los toques de humor a partir de las situaciones absurdas que vive la protagonista esconden una tensión y una oscuridad crecientes. Además, el director contrapone dos mundos (uno, más conservador y represivo, y otro, más abierto y liberado), y de manera cuidada, evitando los lugares comunes y las sobreexplicaciones, presenta un fresco de cada uno. Asimismo, Valenta Rinner arriesga toda la película con el apoteótico final, pero se trata de un riesgo que del que sale victorioso.
Luego de numerosos papeles secundarios en cine y televisión, Iride Mockert debuta como protagonista absoluta de un film; le pone el cuerpo (literalmente) a Belén, en una actuación contenida, que transmite mucho con movimientos y palabras justas. La consagración para una intérprete a la que vale la pena sacarle el jugo.
Con una pensada puesta en escena y un guión preciso, Los Decentes cautiva a los espectadores, los acaricia, los hace reír, para luego encajarle una patada en las encías.