En su segundo largometraje, el colectivo de artistas Cine Humus (integrado por Agustín Gregori, Bernardo Francese e Ignacio Laxalde) presenta Los hermanos karaoke, una comedia algo extravagante que participó de la última edición del Bafici.
La historia se centra en Mía (Maru Zapata) y Simón (Agustín Gregori), dos hermanos (¿o novios?) que se dedican a grabar covers de canciones famosas y que sueñan con triunfar en la industria de la música. El dúo emprende una gira por la Patagonia, donde esperan realizar un concierto durante nochebuena.
Debido a que no cuentan con mucho dinero para hospedarse en el hotel, deciden comprar una carpa y pasar las noches en un camping. En la búsqueda de ese camping, y tras un accidente con el auto, se toparán con Alan (Bernardo Francese): una especie de empresario chamánico que mezcla el marxismo con el marketing empresarial.
Este excéntrico y bizarro personaje, que viste de traje pero anda descalzo para estar en contacto con la naturaleza, será una especie de guía para nuestros protagonistas. Alan cuestionará el mundo al que estos artistas están acostumbrados. Mía y Simón comenzarán a plantearse cuál es al camino hacia el éxito. El futuro de Los hermanos karaoke se verá incierto debido a los planteos que se realizará cada uno de los integrantes.
A pesar de los intentos de la película porque uno termine reflexionando sobre la pasión y el amor por lo que uno hace -sobre todo en cuanto al arte-, este mensaje queda en un segundo plano por las constantes situaciones a las que Alan expone a los hermanos/novios. Si bien los interrogantes que este empresario chamánico les plantea a los protagonistas son interesantes -al menos varios de ellos-, se terminan dando respuestas banales que poco aportan a ese eje.
Tampoco queda muy en claro las verdaderas intenciones que tiene Alan con los protagonistas. Más allá de que sea un personaje contradictorio en general -por momentos da discursos sobre la espiritualidad o el marxismo pero luego da consejos basados en el marketing más puro-, las actitudes que tiene tanto con Simón como con Mía generan más interrogantes que otra cosa. Por momentos su discurso pseudobohemio parece tener una única intención: hacer que los hermanos/novios se separen.