Terror a la irlandés
Una película de terror atípica llega a los cines para demostrar que los tradicionales bosques irlandeses pueden contener algo más que los simpáticos duendes acumuladores de oro.
Las películas de terror han invadido las pantallas cinematográficas en este 2015 de tal manera que se podría decir sin temor a equivocación que se pudieron ver una dos por semana en promedio. Esto por un lado es bueno para el espectador que tiene una variedad amplia para elegir pero por el otro da una idea de la magnitud que este género ha adquirido desde los tiempos en que la mayoría de este tipo de filmes llegaba al país en video hasta la actualidad.
En todo caso, lo importante es que todos los realizadores de films de terror tiene dos opciones: o buscar algo original que atraiga al espectador o contar su historia con el mayor nivel de presupuesto (o de sangre) posible.
En este caso, Los Hijos del Diablo, del debutante Corin Hardy opta por la primera instancia y ubica el relato en un bosque de Irlanda pero no por ello afuera de un contexto socioeconómico adverso como el que se vive en algunos países de Europa como la nación ya mencionada o Grecia,
En este contexto, una pareja llega con su bebé recién nacido a un pueblo en el que deciden establecerse gracias a un trabajo que él ha obtenido como "doctor de árboles". Sin embargo, en una caminata a través del bosque descubre un virus que convierte es una suerte de zombis a sus víctimas. Adam, el científico, lleva una muestra del virus a su casa sin saber que eso puede ser la perdición de su familia que completan su esposa Clare y su hijo Finn.
Tras esta introducción a la historia, que puede durar un poco más de lo deseado en el público adolescente y potencial destinatario del filme, se desata un juego de gato y ratón entre los protagonistas y esta suerte de "espíritu del bosque" que no les dará tregua con el objeto de apoderarse del bebé.
De esta manera, Los Hijos del Diablo, que como se puede ver es otro de esos filmes con título obtenido de manera totalmente aleatoria para Latinoamérica, se convierte en un film con personalidad propia, que logre su cometido de asustar y que el director lleva dignamente durante la mayor parte del metraje a pesar de que seguramente sufrió síndrome de abstinencia para no caer en los miles de convencionalismos del género.
De lo que el espectador puede estar seguro es que la propuesta es totalmente original, con monstruos que seguramente Guillermo Del Toro habría querido diseñar y un desarrollo dinámico y divertido.