¡Old School, Baby!
Sylvester Stallone vuelve a ponerse detrás de cámara después de sus dos estocadas finales a las sagas Rocky y Rambo, esta vez para hacer una gran fiesta de tiros, piñas, patadas, cuchillazos y mucha nostalgia.
The expendables (2010) se presenta divertida, entretenida y bien sencilla, aún cuando el guión es más simple que sencillo, obviamente. Pero tratándose de una propuesta en la que lo único importante es ver explosiones y la forma en que los buenos no tan buenos vencen a los malos malísimos, se permite. Es que la propuesta no era para menos. Stallone invitó a todos sus camaradas de la acción que prendió fuego el celuloide de los '70 hasta la actualidad para componer una película muy buena, sin importar ciertos matices.
Y esos matices (empecemos por lo malo así después sólo le lanzamos laureles a la peli) son nada más que algunas decisiones reprochables por parte de los realizadores en cuanto a la construcción del eje narrativo (who cares!?), como por ejemplo esa Isla-Nación mitad brasuca mitad boricua cuyos habitantes son interpretados por actores que ¡tan luego no acostumbran hablar español!. Tal es el caso de David Zayas, un puertoriqueño que de la cuna se fue al Bronx neoyorkino, y de la preciosa Giselle Itié, brasilera de origen mexicano; todos hablando un español casi ininteligible. El resto ya pasa por el nivel de aceptación y la cuota de credibilidad que el espectador le permita a la cinta, aunque vale aclarar que casi no hay secuencia que desprenda un "¡Pss, imposible! o un "¡¡Naa, pará un poco Stallone!!, lo cual es digno de remarcar y, por qué no, agradecer en estos casos.
Ahora sí, yendo a lo concreto: qué buena peli. Toda la acción bien al estilo ochentoso, ese equilibrio entre el cine de acción guerrero y el de los karatecas locos, las líneas de diálogo bien a la Rambo pero también cómicas. Un compendio del cine bueno de acción, de la mano de un reparto que además de gozar de una química increíble hace todo súper verosímil. ¡Súper, súper! Bueno, no tan súper, pero bastante súper... Y con esto nos referimos a las peleas y las escenas de combate armamentístico, que si bien son demasiado "boom" no dejan de tener una cuota alucinante de poderío visual y sonoro (tal vez la mejor edición de sonido del año, sin exagerar).
El dúo Statham-Stallone quizás se vuelva antológico, quizás no, pero sí funciona a toda marcha con esas conversaciones hilarantes que nos hacen creer que son amigos de toda la vida y que, principalmente, nos hacen olvidar que el pelado de The Transporter nació dos años después de que Stallone empezara su carrera actoral. Son dos generaciones uniéndose para el deleite de la afición de piromaníacos que disfrutó también con todas las películas protagonizadas por los que aquí el director se da el lujo de poner como mero relleno, aunque también con cada uno teniendo su minuto de gloria. Y por esto entiéndase a Terry Crews y la mejor arma que se recuerde en el cine de los últimos años; Randy Couture y sus planteos psicológicos (y el encargo especial en una de las peleítas, pero no vamos a hacer spoiler); Steve Austin haciendo del típico grandote invencible; Jet Li y su talento de siempre más un plus en su forma de ser que permite la sorpresa; y un Mickey Rourke que vuelve a demostrar que probablemente está en el mejor momento de su carrera y que definitivamente es el fénix de Hollywood.
Los hombres, ellos son los principales. Aquí no se cae en la típica de hoy en día, con tanta carne femenina en exposición con el único fin de mixarlo en el cóctel explosivo. Stallone y compañía (como también sería una buena forma de llamar al film) aprendieron de sus errores y no tropiezan con la misma piedra que todos los peso-pesado de la cartelera actual, sino al contrario: no hay estereotipos, o por lo menos no muy exagerados, y eso le da credibilidad a la trama.
The expandables expone más bien la figura del hombre de la mitología griega, ése que despliega su poder con la sensibilidad, a fuerza de sentimiento, sensatez y temor. Helo aquí al personaje de Rourke llorando por un recuerdo que lo movió de su pensamiento de siempre -como si fuera un llamado de atención al cine industrial actual-; el personaje de Jet Li soñando con tener familia; el de Couture planteando lo hablado con su psiquiatra con el resto del grupo; el de Statham conmovido por sus problemas de pareja; el de Dolph Lundgren -Gunnar (¿homenaje a Nick Gunar?)- en la dicotomía entre el "bien" y el "mal"; o el propio Stallone, cuyo personaje se ve movilizado por la actitud patriótica y honesta de Sandra (Giselle Itié) a la hora de decidir si ayudarla o no.
The expandables, cobrando energía con la cuota de calidad del cine de acción de la vieja escuela y algunos retoques producto de la experiencia de los que integran el proyecto, es un crítica al Hollywood actual, una burla a sí misma y un combo de adrenalina y testosterona que, además de entretener con creces, se plantea como franquicia (qué bien te salió, Stallone) y una mirada reflexiva a lo que se viene en el género. Ah, y lo mejor, por lejos, la escena del trío de los grandes: Stallone + Willis + Schwarzenegger; muy entretenida, como la película.