Lo macabro te lo debo
Hollywood sigue obsesionado con refritar obras otrora revulsivas con vistas a destilarlas de cualquier trasfondo agitado/ polémico/ interesante y en esencia convertirlas en otro de esos productos inofensivos e hiper conservadores/ progres/ castrados destinados a las huestes que el mainstream adoctrina bajo la mediocridad del paraguas conceptual del “público fiel y segmentado”. Así las cosas, Los Locos Addams (The Addams Family), la célebre creación de 1938 del caricaturista Charles Addams, es la última víctima del raid en cuestión y -como era de esperar- resulta una pálida adaptación si la comparamos con las dos traslaciones más famosas, la exquisita serie televisiva de la década del 60 y aquellas dos películas de fines del siglo pasado, Los Locos Addams (The Addams Family, 1991) y Los Locos Addams II (Addams Family Values, 1993), exponentes más que dignos que fueron dirigidos por Barry Sonnenfeld y a su vez protagonizados por Raúl Julia, Anjelica Huston y Christopher Lloyd.
El producto que nos ocupa, primer film animado de aspiraciones masivas sustentado en los queridos freaks, no sólo pretende ser un reboot de la franquicia sino también una suerte de “vuelta a las bases” en materia del diseño de los personajes, ahora con los dos asalariados de Hollywood de turno, los directores Greg Tiernan y Conrad Vernon, retomando en parte los trazos originales del amigo Charles: en este sentido, se podría afirmar que Los Locos Addams (The Addams Family, 2019) no logra compensar con la nostalgia y la ortodoxia visual retromaníaca el sustrato baladí que enmarca a la historia y a esta versión concreta de los protagonistas, una familia que hizo de lo tétrico un estilo de vida. Dicho de otro modo, todo aquel humor negro y aquella sátira social vía la construcción de una parentela que se pasaba por el traste la perfección anglosajona del mentiroso sueño americano aquí quedan reducidos a una fábula simplona, trasnochada y muy previsible de “aceptemos al diferente”.
Hoy el relato pasa por la triste cruzada de una conductora de TV, Margaux Needler (Allison Janney), quien encabeza un reality y una comunidad uniformizadora llamada Asimilación, en pos de destruir -o algo así- a los Addams porque se rehúsan a abandonar su gustito por la locura, la muerte y una oscuridad de cadencia contracultural y un tanto absurda e ingenua. Mientras la villana espía a sus “vecinos de probeta” de Asimilación mediante cámaras ocultas y desparrama rumores en las redes sociales sobre el clan encabezado por Homero/ Gómez (Oscar Isaac) y Morticia (Charlize Theron), Pericles/ Pugsley (Finn Wolfhard) debe prepararse para su Mazurka, un ritual que determina su consolidación como miembro de la familia, y Merlina/ Wednesday (Chloë Grace Moretz) se hace amiga de la hija de Needler, Parker (Elsie Fisher), con quien intercambia vestimenta y así la niña asusta a Morticia con un look colorido y Parker hace lo propio con su progenitora vía un outfit bien gótico/ dark.
El mayor problema del film no sólo pasa por el tono pueril y capado, ya sin nada de aquella hermosa comedia anárquica de antaño ni de la crítica a los valores biempensantes yanquis y su patética ilusión de normalidad plutocrática y hueca de cartón pintado, sino además por la ausencia de un choque cultural que se sienta honesto entre los Addams y Asimilación y la falta de una bendita línea narrativa -dentro de lo que parece ser una trama coral muy difusa- que resulte mínimamente atractiva o graciosa o lúgubre en serio, condenándonos en suma a una comarca retórica edulcorada e insoportable similar a la de los últimos mamarrachos del ex melancólico y/ o sombrío Tim Burton. El elenco hace lo que puede y hasta regresan personajes entrañables como el Tío Lucas/ Fester (Nick Kroll), la Abuela (Bette Midler), Largo/ Lurch (Vernon), el Tío Cosa/ Itt (Snoop Dogg) y hasta el legendario Dedos/ Thing; no obstante las pavadas políticamente correctas, las “movidas” de un aggiornamiento compulsivo fallido, las nulas ideas novedosas de fondo y el marco lavado general dinamitan el disfrute al extremo de sólo situar a la realización por encima de la espantosa La Reunión de los Locos Addams (Addams Family Reunion, 1998) y sin duda traer a la memoria del espectador entrado en años la excelente canción original de apertura de Victor Mizzy y el genial desempaño de John Astin, Carolyn Jones y Jackie Coogan en la serie de David Levy y Nat Perrin emitida por primera vez entre 1964 y 1966 por la ABC, un mojón insuperable que no ha perdido ni un ápice de esa potencia paródica apuntalada en lo macabro mordaz…