Eddie Dugan (Richard Gere), Sal Procida (Ethan Hawke) y Clarence ‘Tango’ Butler (Don Cheadle) son policías del Precinto 65, Brooklyn. Dugan esta apunto de retirarse, Sal tiene problemas financieros, y Clarence está infiltrado en una pandilla que trafica droga. Los tres comienzan a dudar de su trabajo, y a notar que muchas veces, las líneas que separan el bien y el mal, son más finas de lo que parecen.
Antoine Fuqua (Tirador, Rey Arturo) ya se había metido con éxito en el mundo policial, con una mirada distinta que la del cine más clásico, ese cine donde los héroes combaten el crimen con clase, donde los buenos son muy buenos y los malos son muy malos. Acá la mirada es más pesimista, Brooklyn no tiene héroes, los policías son tan defectuosos como los criminales, e incluso la pasan peor que algunos de ellos. Ganan poco, no son respetados, la comunidad los odia, y el gobierno los usa para intereses personales del señor que este en ese turno en el poder.
El principal defecto del film es que ya lo vimos. Es una extraña y fallida mezcla entre Los Infiltrados de Scorsese y Día de Entrenamiento del propio Fuqua. Si bien muchas veces, los directores vuelven a retomar ciertos temas, y reformular ciertas ideas. Es lógico que luego de 8 años y 5 largometrajes, tenga nuevas perspectivas, y era atractivo que retome a Ethan Hawke, sume a un muy buen actor como Don Cheadle, y a un viejo ‘héroe’ como Richard Gere. Sin embargo, no hubo una nueva reformulación, tal vez una mirada más pesimista y aleccionadora, pero no renovó el planteo, por ende, no hay nada genuinamente nuevo.
Con ese reparto, inevitablemente, las actuaciones son el punto alto. Hawke y Cheadle logran algo bastante interesante. Gere está por encima de su media, sale de su rol de galán y logra sacar adelante escenas sostenidas solamente en su actuación. La sorpresa es Wesley Snipes, muy lejos de sus roles anteriores, es de lo mejor del filme, pese a sus pocas participaciones. Todo esto, no es poco, al contrario, es un logro muy grande por parte de Fuqua y el reparto, puesto que el guión es bastante fallido, tal vez sea ese el mayor defecto del film. No logra adquirir una identidad propia, se vuelve una repetición de obras ya conocidas, y si bien se sostiene durante buena porción del film, al final se desbarranca. Apelando directamente a la lección moral, y a escenas sumamente inverosímiles. El último plano habla por si solo.
En síntesis, Brooklyn’s Finest es un reciclado de películas anteriores, sin llegarle a los talones a esta. Tienen ganas de verla, alquilen la anterior colaboración entre Fuqua y Hawke, más entretenida, más jugada y mejor lograda. O mejor aún, recurran a Scorsese y sus infiltrados. No dudo de la buena fe del reparto y del director, no dudo de que podría haber sido un buen film. Pero mentiría si digo que lo lograron.