Tropa de élite a la francesa
Ladj Ly -merece ser aclarado- sólo de manera lateral se vincula con el clásico de Víctor Hugo. Es que el director (que viene del cine documental y que había realizado un corto sobre la sublevación popular de 2005 que ganó un César y que fue el germen de este largometraje) es originario de Montfermeil, donde transcurre la acción en el film y también en parte de la obra de Víctor Hugo.
Un día de trabajo de un comando policial en una de las zonas más calientes de Francia es una buena excusa para indagar en torno a cuánto ha cambiado lo que ya en Los miserables se denunciaba.
La película tiene mucho ritmo, nervio, músculo. Conecta, de alguna manera, con cierta deriva que une el cine de Spike Lee con la germinal El odio, de Mathieu Kassovitz. Hay mucho también de la potencia de Jacques Audiard, pero sin su ambigüedad.
Así, el mensaje de Los miserables está demasiado subrayado y el placer que se advierte en la explotación de la violencia pone en duda la consistencia política de una película que, si no fuera por la explícita bajada de línea bien podría ser una nueva entrega de la saga brasileña Tropa de Élite.