La obra de Victor Hugo ya había sido adaptada tanto al cine como al teatro musical. En este caso, y bajo la dirección de Tom Hooper, un realizador a quien claramente le falta algo de pulso para este tipo de propuestas, llega a la gran pantalla la versión musical de una de las historias más representativas del género.
Condenado a casi dos décadas de prisión por robar una hogaza de pan, Jean Valjean es liberado de prisión y pronto descubrirá que reinsertarse en la sociedad, con el peso de ser un ex convicto, no será sencillo. Decidido a borrar su pasado, viola la libertad condicional y desaparece, creando una nueva identidad. Ocho años después y ya como alcalde, aún vive atormentado por el fantasma de Javert, el oficial que lo perseguía a sol y sombra. Sin embargo, su vida dará un vuelco cuando decida hacerse cargo de Cosette, la hija de Fantine, empleada de su fábrica a quién dio la espalda en el momento en que más lo necesitaba.
La crudeza y el dramatismo que alcanza la versión teatral de Los Miserables es tan grande que era difícil poder recrear en pantalla aquello que algunos tuvimos la posibilidad de ver en vivo. En especial porque Hooper se decide por un tono estático, sin apostar por los recursos y las variantes que el cine podía aportarle a una estructura esencialmente de teatro. Acertaron en la decisión de que los actores/cantantes interpreten sus canciones en el set, registrando el audio original y no apelando al playback que resta espontaneidad y calidez a las actuaciones.
Hugh Jackman y Russell Crowe son gratas sorpresas es sus facetas musicales, Amanda Seyfried revalida su lugar ganado en Mamma Mia, y el bizarro dúo compuesto por Helena Bonham Carter y Sacha Baron Cohen parece salido de un film de Tim Burton, aportando algo de humor a tamaño e intenso drama. Pero nada de lo que se pueda decir alcanza para describir el magistral trabajo de Anne Hathaway como Fantine. Su interpretación de “I dreamed a dream” alcanza tal intensidad y emoción que al resto de las canciones le cuesta estar a su altura. Sólo poder apreciar y disfrutar esa escena bien vale el precio de la entrada.