Esta es la primera adaptación al cine del musical que pisó por primera vez un escenario en París en 1980 y cinco años más tarde llegó a Londres; y nunca más se fue. Considerando que Londres es la segunda plaza de teatros más importante del mundo, pensar que un musical no se fue por 28 años no es poca cosa.
Basada en la novela homónima de Víctor Hugo (dicho sea de paso, una de las mejores que leí en mi vida), este musical nos lleva a ese tiempo entre la Revolución Francesa y la instalación definitiva de la Asamblea del Pueblo. Imagínense lo que es para un pueblo haber cortado la cabeza de la nobleza por pedir a gritos un cambio y que unos años después vuelva a haber un rey en el trono.
Así es como vemos a Jean Valjean (Hugh Jackman) a lo largo de su vida, pasando de ser un ex convicto que es impulsado nuevamente a delinquir porque nadie le permite reinsertarse en la sociedad. ¿Por qué fue a la cárcel? Por robar una pieza de pan hace 19 años para su sobrino que se estaba muriendo de hambre. Será la fe inmensa de un Monseñor la que le dará la mano para buscar ser un hombre de bien pero la inminente amenaza de ser descubierto por Javert (Russel Crowe) no le permitirá descansar.
En el camino será sin querer el móvil de la desgracia de Fantine (Anne Hatthaway) quien deja a una niña a su cuidado. De más está decir que esa niña crecerá y no podrá ser suya para siempre.
No puedo discutir la estructura de un musical que tiene un año más que yo pero tengo que reconocer que fue un acierto eliminar algunos cuadros musicales. Tom Hooper demuestra que su Óscar por la dirección de El Discurso del Rey no fue una cosa fortuita, mostrando no sólo este París con una estética (tiene una gran dirección de arte y vestuario) que por momentos me recuerda a la hermosa Moulin Rouge, sino que usa el plano cenital de una forma sugerente (este plano es llamado “El ojo de Dios” y no es casual dada la importancia de la relación del personaje principal con la fe y con el perdón), como permite que los personajes suicidas coqueteen en el borde de una baranda con su final, como hace que los peores y más desgarradores testimonios sean con el personaje mirando fijamente a cámara.
Si bien creo que se abusa un poco del recurso de poner el año (9 años después, 5 minutos más tarde, 18 años siguen) también debe entenderse que son como 50 años en la vida de alguien y no es sencillo si no que se entiendan las elipsis, sobre todo para un cine como el americano que gusta de subrayar cosas y de dar las historias digeridas.
El elenco es muy sólido. No esperaba que Jackman pudiera entregarse tanto a un personaje tan complejo como Valjean. Vocalmente es para que nos ponga la piel de gallina, pero lo que hace físicamente, cómo logra manifestar ese tormento interno que lo hace parecer siempre el hombre más triste del mundo es realmente increíble. Crowe no estaba del todo cómodo con el canto pero no defrauda y su Javert es tan estoico como me lo imagino (es culpa del guión que no lo hayan desarrollado más. Es uno de mis personajes favoritos en la novela). Helena y Sacha están perfectos como esos detestables y repulsivos Thernadier que por dos centavos venden su alma porque ellos creen merecer todo.
No puedo no elogiar la participación a Aaron Tevit como Enjolras y Samantha Banks como Epopine, ambos grandes actores de musical. Eddie y Amanda cumplen sin volvernos locos (ella canta como un hada y él es mejor actor que ella, o sea que equilibran). Pero acá viene lo polémico: Anne no me mató de amor. Fantine es un personaje que le queda enorme y si bien ella quiere transmitir su inocencia y desamparo, termina teniendo una expresión uniforme durante todo el film, sin matices. Y la versión de “I dreamed a dream” que hizo es casi un asesinato. Le sacó toda la fuerza del dolor para que sea entre sollozos.
La película es larga pero lo vale. No paré de llorar en toda su proyección pero lo vale.
Si me preguntan de qué va Hollywood, siempre pienso en estos despliegues monumentales y en actores capaz de hacer de todo, de tener cualquier entrenamiento con tal de llevarlo adelante. Es monumental. Pero, claro, siempre pensando que te tiene que gustar la lógica de que los personajes se canten constantemente. No todo el mundo ama los musicales, siempre admití que son mi perdición. No se la pierdan en cine, por favor. Esta película es para los 7 canales de sonido, la pantalla enorme, el ruido del proyector de fondo y la oscuridad de la sala.