Walter es el fanático número uno de la serie “Los Muppets” y cuando su hermano Gary, acompañado por su novia Mary, deciden llevarlo a Los Ángeles a conocer los estudios de grabación, su sueño de estar al lado de sus héroes televisivos parece estar a la alcance de la mano. Pero en Hollywood no todo lo que reluce es oro, y Walter no tardará en descubrir el ostracismo en el que cayeron sus queridos personajes. Además, el magnate petrolero Tex Richman planea derribar el Teatro de los Muppets debido a la fortuna que yace debajo del mismo.
Si quiere volver a ver a sus ídolos en acción, Walter deberá convencer a la rana Kermit, Fozzie, Gonzo, Miss Piggy y al resto de los Muppets de organizar un teletón para recaudar los diez millones de dólares que cuesta la cancelación del contrato.
El camino a la redención de las estrellas televisivas es igual de duro, se trate de humanos o de muñecos de felpa.
Jason Segel (guionista y productor del filme) y Amy Adams son dos excelentes comediantes que se desenvuelven igual del cómodos en el humor físico, en los remates y en los pasos de comedia musical. Los nostálgicos encontrarán todo aquello que los enamoró de estos muñecos hace un par de décadas y los niños conocerán nuevos personajes y no serán subestimados: es un relato sólido que ofrece calidez y originalidad tanto en su forma como en su contenido.
En breves apariciones, varias figuras del mundo cinematográfico repiten algunos de sus roles más recordados o actúan una versión exagerada de si mismos, un guiño al mismo público adulto que ahora arrastrará a sus hijos a ver la versión 2011 de los Muppets.
Para tener en cuenta: antes de la proyección de la película hay una pequeña sorpresa relacionada con la saga de Toy Story. El corto es la primera aventura de los juguetes desde que están con Bonnie y el perjudicado será Buzz debido a una divertida historia de autoestima y obsequios descartables.