"Amiga mía. Tengo fiebre en todo mi cuerpo. Tu contacto me ha atestado de todas las dulzuras. Jamás como en estos larguísimos días he ido bebiendo a sorbos los elixires de la vida." Así le escribía el anarquista italiano Severino Di Giovanni a su amada, América Scarfó, el 19 de agosto de 1928, apenas unos 29 meses antes de su fusilamiento por orden del presidente de facto José Félix Uriburu. Y así lo reproducía la nacion en julio de 1999, cuando daba cuenta de que esos testimonios íntimos (a los que ella les había perdido el rastro desde que la policía allanó, en enero de 1931, la quinta de Burzaco donde vivía junto a su perseguida pareja) volverían a las manos de su destinataria, 68 años después.
Estas cartas forman parte de los documentos con los que Daiana Rosenfeld y Aníbal Garisto reconstruyen esta historia de amor y anarquía que, tras haber ganado el premio DOC TV Latinoamérica IV y haber participado del Festival de Mar del Plata, llega ahora a los cines. Material de archivo, recortes periodísticos, fotografías y declaraciones de estudiosos, testigos o conocedores de los protagonistas como Osvaldo Bayer, por quien la mujer supo del destino que había tenido su correspondencia (el Museo Policial), o una amiga suya, Marina Legaz Bursuk, entre otros.
El film cuenta la polémica y apasionada historia a través de la mirada de América, que tenía 14 años y ya sabía de los ideales libertarios a través de su hermano Paulino cuando conoció a Di Giovanni, un hombre de 27, casado y padre de tres hijos. La historia de la pareja estuvo hecha de encuentros clandestinos y visitas fugaces, a escondidas de los padres de la muchacha, hasta que al fin pudieron concretar, en una quinta de Burzaco, un proyecto de vida basado en una economía autosuficiente y una organización consecuente con sus ideas, y que concluyó con el allanamiento de la policía (secuestrando todo lo que encontró, incluidos poemas escritos por Severino, fotos y hasta toda la ropa de la mujer), el juicio sumarísimo al que el hombre fue sometido y su fusilamiento el 1º de febrero de 1931, cuando tenía 29 años. Una admirable crónica que escribió Roberto Arlt de ese trágico día también se incluye en el documental, lo mismo que las palabras de América, puestas en muchos casos en la voz de la actriz María Eugenia Belavi.
Tras la muerte de Di Giovanni, América se refugió en el anonimato. Desde que las cartas volvieron a sus manos y hasta su fallecimiento, en 2006, los ojos de quien el anarquista quería que fuera "el ángel celestial que me acompañe en todas las horas tristes y alegres de ésta mi vida de insumiso y rebelde" fueron los únicos destinatarios de sus sentidas palabras de amor.