Dirigida y escrita por Esteban Tabacznik, Los paseos es un primer largometraje de ficción, un ligero drama romántico con una fuerte presencia del escenario que rodea a sus protagonistas: la ciudad de Buenos Aires.
Diego es un estudiante de arquitectura que aún vive con su padre y trabaja en una librería. Belén es una estudiante de chef que trabaja cuidando y acompañando a una señora mayor. El destino, o un amigo del protagonista, los reúne a ambos en unos paseos en auto alrededor de la ciudad con esta señora cuando le propone, sin mucha opción en realidad, que sea el conductor.
Diego es un joven porteño que, como muchos de su generación, se encuentra un poco desesperanzado y perdido. La idea del para qué flota en el aire todo el tiempo. Es evidente que la arquitectura es un tema que le apasiona: a lo largo de esos paseos comparte sus observaciones y conocimientos sobre los lugares por los que pasan: lo que fue y lo que es. Un punto interesante al respecto es que si bien empieza con lugares del mapa muy transitados y conocidos luego empieza a moverse, aunque nunca se sale de Capital Federal llegando como mucho a Villa Lugano -que algunos se olvidan que no es provincia-, destino que lo atrae por la apariencia de abandono que según él es lo que le permitió crecer de un modo más libre. «Como si el tiempo pasara de otra forma».
Belén es paraguaya y vive con una amiga que viajó y tuvo más experiencias que ella. La insatisfacción del presente de Diego se contrapone a la pulsión por construir un futuro que tiene Belén. Hay un cambio en la película y sobre todo en Diego tras la noche que tienen sexo: algo se despierta en él y las cosas a su alrededor empiezan a mutar -¿para bien o para mal? Depende de cómo se vea. Despedido de su trabajo, forzado a mudarse a un departamento caja de zapato pero que al menos tiene un lindo balcón como respiro, inquietudes sobre si seguir o no con una carrera que no sabe a dónde va. En cambio, Belén sabe lo que quiere: su trabajo es temporal y su ambición está en otro lado y no cede ante lo que decide cuando lo decide.
Los paseos narra el ir y venir desde el punto de vista mayormente del personaje masculino. Pero nunca se logra profundizar demasiado en el corazón de estas inquietudes tan universales: el miedo al futuro. Tampoco ayudan muchas de las interpretaciones, algunas entre anodinas y mecánicas. Se destaca Camila Peralta que consigue impregnar a su Belén de diferentes matices.
«Buenos Aires es como que no se termina nunca» mientras la inmadurez de uno y las ganas de progresar de la otra chocan entre sí. La música de Bach, las películas en blanco y negro, los libros siempre en plano son algunos aspectos poco sutiles que empantanan la aparente sencillez del relato y la tiñen de cierto snobismo.
Despareja, con un interés que tarda en aparecer y un desarrollo más atractivo pero una resolución que no aprovecha sus ideas, Los paseos es una mirada porteña a lo que implica crecer y hacerse en una ciudad que siempre está a mil y a la que veces olvidamos detenernos a contemplarla y admirarla.