Los que aman, odian: un thriller pampeano que juega con los clásicos del género.
“… el té es de China; las tostadas son quebradizas y tenues; la miel es de abejas que han libado flores de acacias, de favoritas y de lilas. Así, en este limitado paraíso, empezaré a escribir la historia del asesinato de Bosque del Mar.”
Bioy Casares y Silvina Ocampo
Alejandro Maci no es ajeno a la obra de estos laureados escritores, habiendo dirigido ya una historia de Ocampo, que heredó de María Luisa Bemberg, titulada El Impostor (1997), ni de una expresiva elegancia a la hora de poner en imágenes truculentas historias sobre el comportamiento humano; como lo hiciera en la series En terapia (2012) y la bellísima Variaciones Walsh (2015). Así que ha sido interesante ver su aproximación a una obra y autores que son ante todo considerados por su elegante e irónica manera de retratar la naturaleza humana y sus bajezas.
Es un ejercicio transportar a imágenes lo que los autores demoran en líneas escritas, sobre todo cuando el ambiente es un personaje más de la historia, porque el aislado hotel en esa playa, lo es, al igual que ese cangrejal y los arenales. Uno que el director ha resuelto con mucha pericia, descartando algunos complementos, que para uno pudieron resultar una monstruosa metáfora de lo que acontece en el espacio intemporalmente elegante de este hotel. Pero vayamos a la historia, El doctor Huberman llega al apartado hotel de Bosque de Mar en busca de una deleitable y fecunda soledad. Poco imagina que pronto se verá envuelto en las complejas relaciones que los curiosos habitantes del hotel han ido tejiendo. Una mañana, uno de ellos aparece muerto y otro ha desaparecido. Bajo la amenaza del mar, aislados por una tormenta de viento y arena, las ya frágiles relaciones entre los personajes se tensan.
Es en la búsqueda de un thriller, al mejor estilo Agatha Christie, que el director encara el filme, quizás olvidando la ironía a esos relatos que los autores otorgan a la novela. Pero sin prescindir del preciosismo con que se retrataba a la sociedad de entonces, esa en particular clase media alta, cosmopolita y letrada que el matrimonio frecuentaba, un juego interesante y plagado de metáforas que hace de varios de los personajes verdaderas delicias, aunque caiga en otros de ellos en ciertos estereotipos que confunden al espectador. Es el caso del personaje desarrollado por Luisana Lopilato, Mary, el escarceo amoroso del doctor Enrique Hubermann (Guillermo Francella), una mujer moderna, traductora y autosuficiente que frecuentemente se pierde en un mar de tópicos femeninos, que resultan chocantes, al no quedar claros los límites entre la mujer de armas tomar y una caricatura de una femme fatale.
Pero más allá de ciertos personajes, la historia se sostiene con un buen ritmo, donde la recreación histórica, la trama transcurre en la década del cuarenta, es un acertado aporte. La adaptación no siempre resulta una abreviación fiel de un escrito en la pantalla deciamos, algo que suponemos positivo, porque representa un punto de vista a considerar sobre la historia, el atrapar el espíritu del relato y su época es un ejercicio arduo. Quizás esta cinta, se toma con demasiada gravedad, cargando las tintas a una historia que de por sí ya la tiene. Por supuesto que el elenco es de una calidad insuperable; Justina Bustos, Juan Minujín, Marilú Marini, Carlos Portaluppi, Mario Alarcón y Gonzalo Urtizberea.
Un film de excelente producción, un thriller pampeano que juega con los clásicos del género y que aporta un encuentro más que bienvenido con la prosa de dos grandes escritores argentinos.