Afilador se busca
Afilador se busca para las espadas y para las lenguas de los héroes y villanos de esta película. Y es que este largometraje del talentoso director Paul Anderson, si bien se acerca a la talla de una superproducción en cuanto a despliegue, navega en la medianía en algunos rubros donde no debería habérselo permitido.
El filme, y especialmente si se lo mira en 3D, tiene una lograda exposición de escenarios, en pueblos campesinos y palacios del siglo XVII, en ciudades como París o Venecia, y aún en esplendorosos paisajes agrestes de esas regiones. Otro tanto sucede con la caracterización de los personajes y de los elementos de época utilizados por estos, como carruajes, armas, mobiliario, etcétera.
También los actores están enfocados. Los tres mosqueteros tanto como Dartagnan, son convincentes aun teniendo a figuras con mucho cartel, como Milla Jovovich u Orlando Bloom, traccionando energía alrededor de ellos.
La película tiene incluso a su niña bonita: las fragatas de guerra unidas a zepelines en que los contendientes se elevan para batirse a cañonazos cerca del cielo, inaugurando a expensas de la genialidad constructora de Leonardo Da Vinci (esto según la ficción) la era de las batallas aéreas.
Pero el lujo de la puesta en escena no alcanza. Los tres mosqueteros 2011 no contagia con las escenas de acción, y se hace demasiado lenta en las de dramatización pura.
En las de duelo con espada, se nota la diferencia entre tener y no tener un buen coreógrafo. En las de acción, hay
algo de espectacularidad y de sorpresa, pero no lo que se está acostumbrado a ver en los tanques cinematográficos de esta categoría. Comparadas con las de Puños de acero o Conan, por nombrar a dos productos recientes, es como si avanzaran con el paso cambiado y sin tener todas consigo.
La esgrima verbal tampoco tiene chispa. Esos encontronazos, tan importantes dentro de un relato como los que se libran con el florete y el mosquetón, tienen escasa picardía, elegancia impostada. Además no son pocos.
Rascando la pintura se descubre que esta película incurrió en varios errores factuales importantes. El más llamativo es que utiliza como escenario al palacio de Versalles cuando aquél ni siquiera se había construido en la época señalada por el relato. Y falta de rigor a veces es sinónimo de falta de convicción.
De cualquier modo, dado que el estándar en el género de acción es demasiado alto en la actualidad, lo que no sea descollante sino simplemente acertado, puede resultar injustamente descalificado. No es la idea con Los tres mosqueteros, que tiene unas cuantas cualidades muy elogiables que pueden hacer grato su visionado.