Si el Monte Olimpo existiera, seguramente ahora estaría habitado por Los Vengadores. El extravagante equipo liderado por Tony Stark/ Iron Man (Robert Downey Jr.) se consagró en su primera película, allá por 2012. Una epopeya que, como todo espectáculo entretenido, dejó al público con ganas de más. Los Vengadores: Era de Ultrón demuestra que si algo saben los responsables de Marvel Films es satisfacer las demandas de los fanáticos.
Tras una misión en Europa del Este, Tony, en colaboración con Bruce Banner (Mark Ruffalo) pone en marcha un mecanismo de inteligencia artificial denominado Ultrón (James Spader, con ayuda de captura de movimiento), programado para preservar la paz en el mundo y así ahorrarle trabajo a los superhéroes. Pero Ultrón adquiere conciencia propia y da inicio a su propia idea de paz mundial, que consiste en destruir a Stark y compañía y, de paso, también a todo ser vivo. Pronto los protagonistas serán desestabilizados por este engendro robótico, y deberán valerse de astucia y determinación para acabar con Ultrón y sus aliados: los hermanos Pietro y Wanda Maximoff (Aaron Taylor-Johnson y Elizabeth Olsen, respectivamente), cada uno con poderes que pondrán en aprietos a Los Vengadores.
Las promesas de más espectacularidad, más peleas (la de Hulk contra un Iron Man gigante en África, deliciosamente demencial), más humor, más drama, más de todo, cumplidas con creces. Esta cualidad no implica que supere a su predecesora, pero sí lleva la historia y los personajes a un próximo nivel. En la primera parte, Tony Stark acaparaba los focos como en sus películas en solitario, pero ahora hay más participación y profundidad por parte de sus colegas, destacándose la atracción entre La Viuda Negra (Scarlett Johansson) y el Doctor Banner, y la vida privada de Clint Barton/ Hawkeye, donde Jeremy Renner deja en claro que bien podría sostener una película protagonizada por ese personaje. Incluso Thor (Chris Hemsworth), de mayor participación en el film anterior, continúa estando a la par de los demás. Todo esto, mérito del enorme Joss Whedon, director que sabe indagar en la psiquis de sus héroes sin descuidar las explosiones ni las referencias a la cultura pop, y siempre de una manera tan accesible para los entendidos como para los recién llegados.
James Spader le da un encanto siniestro al villano del título. Es la tercera vez que él y Downey coinciden en una película: primero fueron amigos en la estudiantina de 1985 Tuff Turf y, dos años después, el blondo actor le vendía drogas a Jr. en Corrupción en Beverly Hills, fallida adaptación de la novela Menos que Cero, de Bret Easton Ellis. En cuanto a los hermanos Maximoff, Elizabeth Olsen sale mejor parada debido a que, además, su capacidad para manipular mentes incide en buena parte de la trama (la Bruja Escarlata es su apodo); Aaron Taylor-Johnson tiene un par de momentos como el hiperveloz Quicksilver, pero queda muy opacado por el resto. Sí es una presencia fuerte la de Paul Bettany. En realidad, el actor inglés venía participando como la voz de Jarvis, la computadora de Tony, pero aquí aparece delante de cámara en el rol de Visión, de quien no conviene dar detalles. Y no, nunca falta el cameo de Stan Lee.
Los Vengadores: Era de Ultrón es una nueva orgía superheroica marveliana. Lo que uno espera, allí está, y en grandes y fuertes dosis. Hasta los aspectos menos geniales sigue funcionando a la manera de un reloj. La brevísima escena entre créditos es el puntapié para lo que será Avengers: Infinity War, a estrenarse en dos partes entre 2018 y 2019. Según las próximas andanzas de Los Vengadores y las de otros superhéroes, como el inminente Ant-Man: El Hombre Hormiga, habrá película de Marvel para rato.