The Avengers tal vez sea la más ambiciosa de las películas de superhéroes: junta a media docena de ellos, casi todos de perfil con la altura suficiente para la saga propia, en un relato que necesita ser equilibrado en la narración para no herir susceptibilidades relacionadas con el ego, la kriptonita de las estrellas. Pero cuando The Avengers despega se vuelve imparable y esa gran pelea final, esperadísima desde el primer minuto de película, no decepciona a nadie. Pero el gran mérito de Josh Whedon fue haber sido el primer cineasta que convirtió a Hulk en un personaje cinematográfico tan bestial como se merecía.