La nueva película de Gonzalo Calzada (“Resurrección”), que participó en el Festival Internacional de Cine de Bruselas “BIFF”, y en el FANTASPOA – Brasil, es una arriesgada apuesta al cine de género en donde a pesar de la gran cantidad de temas que se abordan, se logra mantener al espectador atento y entretenido durante su desarrollo.
Ver “Luciferina” (la primera de la saga “La trinidad de las vírgenes”), es encontrarse con una película que atraviesa diferentes géneros (fantástico, suspenso, terror), y por más que resulte raro que todos estos formen parte de una misma historia, es quizás eso lo que hace de la película una experiencia diferente, y si bien por momentos pareciera que esto atentara contra el filme, logra convertirlo en uno en donde lo previsible se corre, para dar paso a lo novedoso, algo que siempre se agradece.
En esta historia, Natalia (Sofia del Tuffo), quien tiene el don de poder ver el aura de las personas por detrás de su espalda, y de esta forma saber si la energía que rodea a ese ser es positiva o negativa, decide salir del convento en donde vive tras enterarse de la reciente muerte de su madre. Decidida a intentar buscar una explicación sobre su propia historia, visita a su hermana y a su padre convaleciente, y decide, motivada por un grupo de adolescentes que desean realizar un viaje espiritual, llevar adelante su propia experiencia junto a ellos y así poder responder los secretos familiares y su propio origen.
La protagonista viajará para cumplir su objetivo a una isla del Tigre, en donde, luego de tomar una bebida llamada ayahuasca, podrá conectarse con su propia luz, y dar lugar a un viaje espiritual que responderá sus cuestionamientos y marcará su propio presente.
Si bien el filme se centra en el personaje de Sofia del Tuffo, quien compone su comprometido papel con mucho profesionalismo y entrega, la historia también nos relata acerca del grupo de adolescentes que acompaña a Natalia en su viaje. Estos personajes, con la excepción de Pedro Merlo, quien logra darle diferentes matices a su “Abel”, y la brillante y experimentada Marta Lubos, no logran ningún destaque en la trama, e incluso deslucen ciertas escenas de la película.
El trabajo de Calzada, a cargo del guión y la dirección, es arriesgado y ambicioso. Logra un estilo muy particular con escenas poco comunes, y de gran impacto visual. Así, “Luciferina”, se impone en la cartelera como una película de género distinta, y jugada.