lega a las carteleras Moonlight, la película de Barry Jenkins con un gran recorrido en la temporada de premios que cierra con ocho nominaciones a los Oscars.
Una película pequeña y llena de emociones sobre un joven negro en el Sur de Florida a través de tres momentos claves y definitorios de su vida.
Hay algo de Boyhood de Richard Linklater en Moonlight de Barry Jenkins. La idea de mostrar la vida de un joven desde que es niño hasta que se convierte en el adulto que se supone que tiene que ser. No obstante, acá el retrato termina sintiéndose bastante más crudo y doloroso, aunque igual de emotivo. Tres episodios y tres actores le sirven a Jenkins para delinear a su personaje principal.
Alex R. Hibbert, Ashton Sanders y Trevante Rhodes son Pequeño, Chiron y simplemente Negro. Tres formas de llamar a un mismo personaje. Un niño callado que se escapa de su casa y en una situación de bullying (una constante en su vida) es rescatado por un traficante de drogas cubano (un estupendo Mahershala Ali) que se contradice con su propia profesión, dándole el refugio y el cariño que su madre drogadicta (una Naomie Harris alejadísima del glamour de las James Bond que rodó durante el corto rodaje de esta misma) no le da. Un adolescente que en pleno despertar sexual sigue siendo acosado y llevado hasta el extremo por sus propios compañeros, a la vez que sufre una pérdida muy dura. Un joven que se hizo fuerte porque no encontró otra salida y hoy es un traficante de drogas a la vez con un enorme vacío emocional esperando ser llenado.
Algunas situaciones que retratan podrían haberse convertido de manera fácil y rápida en golpes bajos, Jenkins las narra con soltura y con cierta melancolía, como el azul con el que decide teñir algunos planos y, de una manera más metafórica, a su personaje principal. Cada uno de los tres actores protagonistas le imprimen su sello al mismo personaje.
Los temas que trata el film son a veces tan gastados en el cine, como la marginalización, las drogas, el abuso y la homosexualidad, pero lo que podría haber resultado en un empalagoso melodrama termina rompiendo toda expectativa (y para mejor, como no suele suceder) y haciendo de Moonlight una película con un corazón enorme. Una experiencia demoledora y conmovedora al mismo tiempo. Imperdible.