Me gustan los directores que quieren volar, que ansían más, no me molesta que sean “pretenciosos”. La nueva película de Darren Aronofsky no deja indiferente a los espectadores.
Si bien Aronofsky puede estar “obsesionado” con algunos temas y sea reiterativo en sus cintas, muchos directores hacen lo mismo, tal vez, incluso, esté exorcizando esos temas que lo inquietan en sus películas, ejemplo con su anterior film: Noé (2014).
¿Por qué le pedimos tanto a él? Cuando aplaudimos tanques comerciales para un público poco exigente ¿Acaso no puedo comparar? Sí, puedo. Hay mucha clase de cine, y de espectadores. También puedo ver una película de superhéroes y tan solo paso un buen momento. No salgo pensando en nada. Pero puedo considerar que es buena y no me llevo absolutamente nada.
Sin contar la historia puedo decir que Madre! es surrealista, es un film distinto a lo que suele verse en pantalla grande. Es desagradable y agradable a su vez. Con primeros planos que te asfixian, que ponen nervioso al espectador. Incluso marean.
Madre! presenta alegorías que uno va viendo a lo largo de la historia, pueden ser “obvias” para algunos, pero tratar de explicar la vida misma, el origen de todo y dentro de una vieja casa de madera, tiene mérito, y doble mérito que el director también escribió toda la obra.
Con las brillantes actuaciones de Jennifer Lawrence, que puede hacer cualquier papel con una naturalidad que fascina, para ganar siempre un Oscar. Interpretando en este caso a una mujer casada, perturbada, sufrida, agobiada y confundida (¿como toda mujer casada?). Siempre detrás del hombre, a sus pies. Entendemos también eso. Por su parte, Javier Bardem, con solo verlo genera miedo. Miradas demenciales nos regala durante las dos horas de película.
Siempre se ha dicho; o amás las películas de Aronofsky o las odias. Y así es, esa dualidad está generando este director. Personalmente prefiero eso. Me cansa la unanimidad.
Por momentos, la historia, me trasladó a un libro de Clive Barker. A un mundo de pesadillas sin salida, de entrar en un limbo para luego reiterar el peor infierno una y otra vez, por toda la eternidad. Eso es desesperación.
La vida, muchas veces, es terror, como este film que cuenta con la dosis justa de horror, y que intenta explicarlo todo. Con la demencia necesaria (e incluso un poco más), y tintes religiosos que no pueden faltar. Hay referencias sobre todo, y se entienden, no quiere esconder nada Aronofsky, no quiere que descifremos un increíble secreto, lo muestra de manera cruda, pone las cartas sobre la mesa y las vemos, una por una. Contado de una manera artística, poética y dolorosa como un vientre que se desangra, como un alma inquieta vagando enajenada. Aronofsky marca su indignación por el mundo en sus diversas áreas. Se entiende el mensaje y llega a cada frágil corazón en medio del caos.
Puede ser predecible, incluso con sus simbolismos, pero es una historia original y creativa. No es tarea sencilla tratar de explicar la vida misma, y la decisión de hacerlo de esa manera. Vale la pena, al menos que atrape a algunas almas sensibles en este mundo de constante horror y sin sentido.