Si están esperando únicamente desnudos, el primero de ellos tarda menos de dos minutos en hacer su aparición. Luego, aquellos que crean que Magic Mike es sólo eso, se quedarán con las ganas. Con una primera mitad ágil, entretenida y a la legua superior a su segunda parte, esta nueva producción de Steven Soderbergh (Contagio, el binomio del Che Guevara y Traffic) tiene a Channing Tatum en su faceta de stripper, que le sienta mucho mejor que la de actor, aún en etapa de maduración.
Aquí encarna a Mike, un emprendedor con varias facetas: diseñador, techista, desnudista, entre un larguísimo etcétera que no encuentra financiamiento para su nuevo proyecto que sería un ticket de salida para las largas noches quitándose la ropa.
Dallas (Matthew McConaughey), el dueño del local más visitado por las mujeres de Tampa ve en un recién llegado e inexperto adolescente (Alex Pettyfer) al sucesor de su máxima figura. Pero nada será tan sencillo de resolver cuando una innecesaria, poco convincente y gélida historia romántica haga su aparición de la mano de una desastrosa actuación de Cody Horn.
Dispuesto a convertir su filmografía en una cinta transportadora de gran producción, Soderbergh falla una vez más pero ese detalle parece no importarle demasiado.