Olvidada y recordada
En el documental que gira en torno a la creación de una red de prostitución a comienzos del siglo XX en Argentina, Walter Tejblum no solo ocupa el rol de director, sino que además es quien encabeza la investigación para conocer más sobre una historia tan enigmática como interesante.
Malka es una joven que, traída desde Europa mediante engaños, es metida en una de redes de prostitución más grandes y singulares de nuestro país: La Zwi Migdal. El film narra la investigación que hay detrás de este personaje olvidado por la comunidad judía.
El género documental debería esmerarse siempre en lograr el objetivo de descubrir y trasmitir nuevas historias y Malka, en este sentido cumple a la perfección, describiendo un relato novedoso en donde a pesar de que ella esté ausente, se materializa a través de la mirada de los otros.
Hasta aquí todo bien, pero está claro que su director optó por priorizar el desarrollo del contenido del film, y olvidarse de que, más allá de que el documental se caracteriza por una estética desprolija, esto no significa que no haya que poner también empeño sobre el aspecto técnico y que siempre se toma una decisión estética, que en este caso, no termina de definirse en ningún momento. Por ejemplo: El documental busca remarcar que nos encontramos ante una investigación policial y que como tal, se recorrerán diversos lugares en busca de más pistas y respuestas. Se entiende entonces que se nos muestren algunas secuencias en donde vemos a Walter caminando hacia su próximo destino, pero la reiteración hasta el hartazgo de estas escenas, simplemente no aportan nada nuevo a la trama y generan una sensación de Deja vu .
Sin embargo el error más grave en este aspecto, aparece en la decisión de evitar los títulos que se encargan de identificar a cada entrevistado, ya que a pesar de que algunos de ellos revelan su identidad al comienzo o durante la conversación, esta ausencia es molesta, y no se termina de comprender la decisión de haber eliminado uno de los recursos más esenciales del género.
En los 65’ minutos de duración, se logran pláticas interesantes, a pesar del reto que implica buscar personas aún vivas que recuerden o puedan aportar información valiosa sobre una organización extinguida ya hace tanto tiempo. Incluso aunque algunas de las preguntas que el director expone no sean respondidas, se manifiesta con éxito la enseñanza que el director busca dejarle al espectador sobre la doble moral que yace en cada uno de nosotros.