El director Kenneth Lonergan pone en pantalla un dramón que tal vez sea demasiado bueno para esta temporada de premios. Manchester by The Sea logra adueñarse del público contando una historia llena de golpes bajos centrándose en la vida de un hombre que, a pesar de tener cuerpo y alma, no está vivo. Casey Affleck logra cortar las chances de otros actores de adueñarse con el galardón máximo en actuación masculina ofreciendo el rol de su vida. A pesar de que esta película siga en su totalidad a un hombre, el verdadero protagonista es el pueblo Manchester-by-the-sea. Manchester genera un espectro en toda persona que se ve en pantalla, casi como una religión, se alza como un estigma más allá de los límites que bordean la costa y carreteras. Esto es mérito de Lonergan, que con su sutil ojo pone el mensaje "uno puede escapar de Manchester, pero Manchester va a estar siempre aquí".
Es una pintura con colores fríos, casi sin vida pero de alguna forma, resulta hermosa para los ojos del público. Lee vuelve a Manchester, pero también vuelve a su pasado. Debe hacerse cargo de su sobrino –Lucas Hedges brillante- tras la muerte de su hermano. El personaje solitario de Lee, que vive a apesadumbrado, debe rehacerse ante la mirada del adolescente. La tragedia contada de forma realista y la suprema actuación de Affleck hacen que Manchester by the Sea sea mi preferida.En esta temporada de premios los cuales están llenos de película con un nivel similar, el film de Lonergan triunfa por su sinceridad absoluta.