La tercera película del realizador Kenneth Lonergan (“Puedes contar Conmigo”), producido por Matt Damon, es un drama que cuenta con seis nominaciones para los Premios Oscar (incluído Mejor Película) que -a través de la historia de vida del personaje protagónico- desarrolla una trama sobre la pérdida, la culpa y la destrucción como consecuencia de un momento de mal juicio.
Lee Chandler (un gran trabajo de Casey Affleck, de eso no hay duda) es un encargado de edificio que vive en Boston. En todo momento se lo ve desganado y con una actitud solitaria que a algunos nos pone un poco nerviosos.
Tras ser informado sobre la muerte de su hermano mayor, Joe (Kyle Chandler), debe (y no quiere) regresar a “Manchester junto al Mar”, el pequeño pueblo natal ubicado en el litoral pesquero del noreste del estado de Massachusetts.
Allí se encuentra con Patrick (un convincente desempeño de Lucas Hedges), su sobrino de 16 años, del que -sin saberlo de antemano- tiene que hacerse cargo porque Joe lo había nombrado su único tutor mediante testamento.
Mientras el film va desarrollando la relación tío/sobrino, varios flashbacks nos irán revelando las razones de la tristeza de este hombre que se ve obligado a afrontar un pasado que lo separó de su esposa Randi (no entiendo la nominación a Michelle Williams como Mejor Actriz de Reparto porque este pequeño papel no lo merece) y la comunidad que lo vio nacer y crecer.
La película, es lenta y larga pero no por eso aburrida. Eso sí, de manera muy natural, demasiado directa y detallista, se nos presentan situaciones de la vida cotidiana que a ninguno le gustaría enfrentar y con eso me refiero a los trámites que se deben realizar cuando una persona fallece y aquí, por momento parece que a ninguno de los dos le importa nada… hasta que caen en la cuenta de lo que están viviendo.