La última película de Christian Rivers (“Minutes Past Midnight“), es un producto más de ciencia ficción / aventuras, en donde los efectos visuales son el gran protagonista, y la única razón por la cual valdría la pena ver el filme en la pantalla grande. ¿La valdría?
Si bien el relato comienza con una escena novedosa, en donde una “Londres motorizada” persigue a una ciudad mucho más pequeña para lograr colonizarla y obtener recursos, esta trama va perdiendo fuerza a medida que la película avanza. A lo largo de sus más de dos horas de duración, no paran de surgir personajes y situaciones poco relevantes con la intención de captar la atención del espectador, sin éxito.
Rivers nos presenta un mundo destruido por un cataclismo, en donde los continentes han sido fragmentados en miles de pedazos, y las ciudades se sumergieron en una especie de batalla de “todos contra todos” para lograr subsistir. En este marco es donde Tom Natsworthy (Robert Sheehan), un joven proveniente de la clase baja londinense y aficionado a la historia, se une, de forma inesperada, junto a la fugitiva Hester Shaw (Hera Hilmar), para acabar con el plan nefasto de Thaddeus Valentine (Hugo Weaving), un antropólogo devenido en un cruel y nefasto villano.
Con el guión de Peter Jackson, Fran Wash y Philippa Boyens (ganadores del Oscar por “El hobbit” y la trilogía de “El Señor de los Anillos”), la película es fallida desde los personajes (superficiales), hasta la estructura (monótona y predecible).
Con una gigantesca producción y efectos visuales de primer nivel, el producto intenta en varias ocasiones llegar al espectador desde diferentes lugares (escenas que pretenden emocionar, batallas y luchas cargadas de acción, ó caricaturescos roles que surgen a lo largo del filme), todo ello, sin matices ni efectividad.
Efectos visuales increíbles por doquier, en una ambiciosa, pero vacía propuesta.