Máquinas Mortales.
Llega al fin la adaptación que el trío de guionista de El Señor de los Anillos realiza de la obra de Christian Rivers a los cines argentinos, y aquí te contamos que nos pareció.
En algún momento seguramente comenzaremos a pensar que la trilogía de El señor de los anillos (2001) fue una suerte sin continuación alguna para el trío Peter Jackson, Philippa Boyens y Fran Walsh, más allá de las encontradas emociones con King Kong (2005), la denostada The Lovely Bones (2009), sin dejar de mencionar las aburridas y saturadas entregas de The Hobbit (2012). Porque realmente no hay comparación alguna con aquel relato épico, que fue ESDLA, en más de un sentido y no solo a nivel narrativo, con lo que hoy estamos pudiendo ver hoy. Nos referimos a Mortal Engines, la adaptación que ellos escribieron y produjeron y que dirige un desconocido Christian Rivers (participó de varias producciones del trío en el departamento de arte, específicamente como artista de storyboard).
Una historia, que seremos sinceros con nuestros lectores, no es un dechado de originalidad literaria, ni siquiera a nivel de construcción narrativa. Interesante como una rápida aventura en donde la acción supera por mucho cualquier construcción de un núcleo dramático. No, no las tenemos todas con ella tampoco, pero que en cierta medida pudo ser un interesante producto de aventuras en un género casi olvidado como es el Steampunk. La historia escrita por el británico Philip Reeve tenía el potencial, creímos, y la esperanza que con ellos podría haber una saga en ciernes de una historia que exploraba ese universo futurista entre Mad Max y Nausicaä del Valle del Viento.
Pues no, no es así ni de cerca.
Miles de años después de la destrucción de la civilización por un cataclismo, la humanidad se ha adaptado y, ahora, existen gigantescas ciudades en movimiento que vagan por la tierra sobre enormes ruedas absorbiendo a los pueblos más pequeños para obtener recursos. En una de esas colosales urbes Tom Natsworthy, proveniente de la clase baja de Londres, deberá luchar por su vida junto a la peligrosa fugitiva Hester Shaw. Dos opuestos, cuyos caminos nunca debieron cruzarse, forman una peculiar alianza destinada a cambiar el curso del futuro.
Básicamente la sinopsis oficial nos da los puntos claves de la historia sin caer en spoilers innecesarios, por eso que la utilizamos para graficar este atolondrado producto que olvidó que lo rápido y furioso no siempre consigue una historia entretenida para el espectador. Dejar atrás el drama humano en ella y solo mostrarlo como catalizador de una siguiente escena, vaciandola de peso dramático, resultando trivial y anodino, borrando así cualquier tipo de simpatía con los espectadores y consiguiendo que sus historias y búsquedas se pierdan en un sinsentido de acción. Extrañamente, los guionistas, parecen dudar cual es el sentido de la existencia de los personajes, con sus acciones contradictorias. Hugo Weaving quien interpreta a Thaddeus Valentine es el mejor ejemplo del vacío espiritual de los personajes que recorren el film. Más allá de un elenco comprometido son los poco claros conflictos, o tal vez la falta de exponerlos de manera clara, y los agujeros del guion los que ralentan y aburren. Claramente es una Young Adult de trazo grueso creada para satisfacción de la platea juvenil, pero la subestimación que hace con esos dialogo expositivos demoran una aventura que tenía para contar cuestiones como los desastres de la guerra, la rapiña inmoral de los más fuertes (que hoy puede verse como económico) con claras reminiscencias al imperialismo europeo y la absurda mirada clasista de las naciones poderosas.
La imaginería de la puesta, más allá de ser fiel a lo descrito en el relato original, es realmente el apartado que vale la pena mencionar sin encontrarle conflicto alguno. Dan Hennah (ESDLA – Alice Through the Looking Glass) construye de manera creíble el universo de Maquinas Mortales en su diseño de producción, efectivo y realista en su contexto como Bob Buck y Kate Hawley en el diseño de vestuario.
En definitiva, queriendo cerrar este conflicto de intereses que genera un director y guionista que una vez supimos admirar, Mortal Engines peca del mal actual en producciones de este calibre, la obviedad en su desarrollo que termina por subestimar al espectador, haciendo de los personajes trazos gruesos sin profundidad y una casi histérica acción que pretende entretener sin otra razón, a pesar de dejar de contar una historia de criaturas envueltas en un conflicto que las supera y su posterior maduración ante lo vivido. Podrán verla sin sorprenderse, disfrutar de la ruidosa acción sin ruborizarse pero viniendo de Peter Jackson, Philippa Boyens y Fran Walsh esperábamos una película que contara algo más, que se atreviera a ser algo distinto.