Gemma es una abuela de carácter difícil, viuda y con un dolor inmenso en el alma. Angela es una joven inmigrante ilegal rumana, con una amplia vocación de servicio, pero también con llagas en su corazón. La vida las une en la ciudad italiana de Florencia, adonde Angela llega contratada por los hijos de Gemma, con la difícil misión de cuidarla y contenerla.
Ese complejo vínculo irá mutando a partir de un hecho clave. Es que la muchacha rumana debe viajar urgente hacia el Mar Negro para hallar a su marido, quien desapareció sin dejar demadiadas huellas. Y deciden ir juntas a buscarlo en un viaje arriesgado pero inevitable.
La soledad de la anciana y de la muchacha es el punto de encuentro, bien elaborado narrativamente por el director Federico Bondi, quien a pesar de ser su debut, supo bucear entre los momentos dramáticos sin recurrir a golpes bajos o lacrimógenos.
El filme también ahonda sobre el tema de la ilegalidad en Europa y ofrece una mirada crítica sobre cómo se trata la ancianidad en las sociedades modernas.
Otro de los puntos altos del filme de Bondi son las interpretaciones de Ilaria Occhini (Gemma) y Dorotea Petre (Angela), quienes se cargan la película al hombro con sutilezas expresivas y una síntonia actoral que crece a la par del vínculo de los personajes.