Tom Volf dirige un documental hecho exclusivamente con imágenes de archivo y pinta un retrato intimista y emotivo sobre una figura mítica del mundo de la ópera: María Callas.
La soprano María Callas supo convertirse en una leyenda del mundo de la música. Nacida en Estados Unidos, de padres griegos, y habiendo sido desde muy chica presionada por ellos para perfeccionarse en las ramas artísticas, Callas no tuvo una infancia feliz, lo reconoce. Pero sabe que esa madre que la sobreexigió y por la cual no se sintió querida fue una de las causantes de la vertiginosa carrera que supo tener.
Su vida fue esa carrera. “El destino es el destino, no hay forma de salirse”, se la oye decir. Ser madre y esposa es una vida que le hubiese gustado, que deseó, confiesa ante las cámaras. “Creo que lo más importante para una mujer es tener un hombre y hacerlo feliz. Hubiera renunciado a mi carrera”. Callas entendió que para una mujer las dos opciones no eran plausibles. Su verdadera historia de amor, con el magnate Onassis, no fue feliz y ella volcó todas sus energías en su carrera.
Se la conoció por su fuerte temperamento y por eso también fue vapuleada ante ciertas actitudes. Lo que hace Volf al poner en foco no más que a la propia Callas es permitirle mostrarse de la manera más auténtica posible. Así, por ejemplo, cuando a último momento cancela presentaciones poder entender que no fue producto de un mero capricho como tantos creyeron y difundieron. Algo parecido a lo que Cristina Morato ya había hecho en su libro Divas rebeldes, donde sus biografías narran la parte más humana de figuras como la propia Callas.
El documental de Volf no puede ahondar tanto como aquel libro porque se basa sólo en esas imágenes de archivo, sólo en lo que ella pudo decir frente a cámaras, entrevistas en las cuales logra abrirse como puede, o cartas que ha escrito. Nunca se corre de, como su título acertado indica, sus propias palabras; cederle voz en lugar de caer en los cotilleos que la mantuvieron en las noticias de la época.
Y si bien es cierto que puertas adentro es donde su vida resultaba mucho más compleja y menos glamorosa que lo que su imagen de diva insinuaba, siempre bien vestida y con el delineado impecable, María Callas: en sus propias palabras es ante todo un homenaje, no un mero estudio sobre su persona. Aunque sí la exponga no sólo como la mujer fuerte, talentosa e inteligente que fue, sino también su costado vulnerable y, sobre todo, solitario.
Así, la película está compuesta de archivos muy ricos. Además de las entrevistas se puede ser testigo de su intensa presencia en los escenarios con largos fragmentos de varias óperas que nos permiten dejarnos cautivar por su voz. Los fragmentos de sus cartas están narradas por Fanny Ardant, actriz que la ha interpretado en la fallida Callas Forever de Franco Zeffirelli. También aparecen imágenes del rodaje de Medea, de Pasolini, donde Callas actuó. Tom Volf logra un muy buen trabajo con el montaje para que todo este material que le llevó cuatro años recopilar logre narrar su historia.