Escrita y dirigida por Pablo Stigliani, Mario on tour es una de esas pequeñas grandes películas que hace bien verlas, que se disfrutan durante el metraje pero sobre todo al terminar, cuando uno además no puede evitar salir de la sala de cine tarareando canciones como Trigal o Dame fuego.
Mike Amigorena interpreta al Mario del título, un cantante que en su carrera no puede pasar de las versiones de Sandro que interpreta en fiestas y casamientos. Cuando se muere su madre, eso lo lleva a querer conectarse como no pudo antes con su hijo Lucas.
Separado de su mujer, una Leonora Balcarce que rehízo su vida junto a otro hombre, interpretado éste por Rafael Spregelburd, y que si bien tuvo muchas decepciones con el padre de su hijo decide que se merece brindarle una nueva oportunidad.
Así, ese hijo que no encontró mejor forma de protegerse de su abandono que cerrándose ante su padre acepta a regañadientes ir a pasar un fin de semana con él. No obstante, el representante y amigo incondicional, “El Oso” en la piel de Iair Said, le dice que tiene varios trabajos para ese fin de semana en diferentes lugares y no los puede dejar pasar, porque de eso vive y subsiste.
Sin proponérselo es que se embarcan los tres, padre, hijo y amigo, en un viaje a través de la ruta, de fiestas, coqueteos con desconocidas y desencuentros poco amigables. Así, Mario on tour es una amable road movie que no se enfoca sólo en lo sentimental y lo conmovedor, sino que sus buenas y genuinas dosis de humor, producto mayormente de un Mike Amigorena que derrocha ternura, en su mejor faceta y mucho más contenido que la imagen que uno suele tener del actor, y la buena química que tiene con ambos actores.
Stigliani expone diferentes personajes sin demonizar ninguno, sino como humanos que a veces cometen errores, que pueden equivocarse. Por ejemplo, la figura de la nueva pareja de la mujer es cierto que está presentado como alguien poco agradable a primera vista, pero en realidad es otro personaje lleno de buenas intenciones.
O esa ex mujer que bien podría haber sido presentada como una bruja o despechada, y no es más que una madre que entiende que quizás sí este padre se merezca una oportunidad más para conectarse con su hijo.
Alejado de la crudeza que el director exponía en su película anterior, Bolishopping, este nuevo trabajo no deja de sentirse auténtico. Porque el amor hacia el film y sobre todo a esos personajes, esos queribles perdedores que no dejan de intentarlo, se percibe desde cada escena.
Chiquita y enorme al mismo tiempo, con una trama predecible quizás pero siempre efectiva en su sencillez, y un tono adecuado entre la comedia y el drama, es que Mario On Tour no sólo se convierte en una película agradable de ver, sino que es de aquellas que se van con uno y que logran conmover sin sentirnos forzados a hacerlo.