Realmente esta película me pareció espantosa en cuanto a su argumento, brindando un target de público muy limitado: los adultos se van a aburrir ya desde el comienzo y se les va a hacer eterna; los adolescentes van a considerarla una tontera total; y los muy chiquitos, sobre todo si son muy sensibles o asustadizos, van a...
Operación rescate Filme de Disney con la técnica de captura de movimiento. Robert Zemeckis tiene, parece, una obsesión. Aunque los detractores de la captura de movimiento no dejan de dispararle una y otra vez desde que dirigió El Expreso polar e insistió con el formato en Monster House , como productor, y en la dirección en Beowulf y Los fantasmas de Scrooge , con Marte necesita mamás las críticas le arreciaron en los Estados Unidos. Hay algo que es cierto: la mirada de los personajes animados, más que los movimientos corporales, los asemejan más a zombies que a seres humanos (por eso en Avatar no molestaba ver actuar a los alienígenas Na’vi). Igual, aquí hay tres o a lo sumo cuatro humanos, y el resto del elenco son todos marcianos. Milo es un niño que, una noche, cansado de que su mamá lo regañe, le dice lo que todo chico alguna vez le dijo, con más o menos respeto, a su mamá: aquello de que qué mejor estaría sin ella. Bueno, sus palabras se convierten en realidad, porque una misión extraterrestre secuestra a la madre –mal que le pese a Milo, ella es tan ordenada y consigue que su hijo cumpla con todo lo que le pide, que los marcianos la detectan y quieren que sea ejemplo para las madres en el planeta rojo- y él, desesperado porque no tendría quién le ordene que limpie su cuarto ni saque la basura, se cuelga de la nave espacial y también llega a Marte. Allí conocerá a un único humano, Gribble, un gordinflón que hace muchos años también perdió a su mamá, y que junto a una marciana rebelde ayudarán a Milo, de sólo 9 años, a buscar a la que hay una sola. El hecho de que a Milo lo “interprete” Seth Green, de 36 años, no varía en nada en las pantallas argentinas, porque no escuchamos su voz, ya que las copias están dobladas al castellano. Hay, de fondo, todo un tema con los hombres marcianos, recluidos en el fondo de la Tierra (deberíamos decir el fondo de Marte). Allí los confinó la Supervisora, la malvada de turno, que dice que se cansó de que no hicieran nada ni ayudaran en la casa y, peludos como son, desde bebés los separan de las bebas y de sus madres. De Bambi y Dumbo a esta parte, Disney ha sabido cómo lidiar con la separación (y/o muerte) de una madre con su hijo. Marte necesita mamás es un filme animado de aventuras, con toques de humor, persecuciones, peleas y todo lo que una película animada del siglo XXI suele ofrecer. Es, igualmente, escurridiza como el polvo marciano y algo pegajosa como el pochoclo dulce que los más chicos devorarán mientas la vean. Porque está destinada a ellos, no a grandulones como los padres, que probablemente se queden pensando en cómo continúa la salida con los chicos una vez que termina la proyección.
¡Me robaron a mi mamá! La nueva aventura de Disney Marte necesita mamás (Mars needs moms, 2011) trae consigo varios hurtos. Uno es el de la historia que cuenta, la mamá robada que el protagonista deberá rescatar, los otros son cinematográficos. Es que la película le roba literalmente escenas calcadas a Star wars (1977), Tron (Tron: Legacy, 2010) y Avatar (2009). Milo (Seth Green en la voz original) es un niño caprichoso que desobedece a su madre constantemente. Lo que nunca supone, es que luego de una fuerte discusión, ella será secuestrada por extraterrestres. Por suerte el protagonista llega a treparse a la nave espacial e intentará rescatarla antes de que sea demasiado tarde. Lo primero que hay que decir es que la película debe verse en 3D para que tenga algún condimento extra. Y tal aclaración es porque Marte necesita mamás no agrega nada nuevo ni a la animación computarizada ni al género de Ciencia Ficción, del que toma sus mejores exponentes para copiarlos literalmente. Basta con ver a los marcianitos vestidos de soldados alineados estilo Star wars para percatarse de ello. Pero las escenas de persecución con el piso y traje de los personajes llenos de luces son demasiado parecidos a Tron por no decir idénticos. Aunque esto no termina ahí, porque las vueltas del guión llevan a Milo a conocer a una dulce chica extraterrestre donde tendrán una tierna escena en…¡¡¡un bosque repleto de flores luminosas como en Avatar!!! Es demasiada cultura Sci-fi en una película como para no darse cuenta y sentir que le están tomando el pelo. Claro que, no está mal hacer un homenaje, una parodia o una resignificación de los filmes previos, pero eso no sucede en Marte necesita mamás, limitándose a la simple copia en un relato apenas entretenido.
En Marte viven bajo una sociedad liderada por mujeres, que concentradas en mantener su poder dejaron de lado la maternidad para que los bebes sean cuidado por robots. Después de un tiempo de estudio y seguimiento, eligen a la madre de Milo, para extraer su personalidad y dársela a los robots-niñera así los niños marcianos podrán ser educados bajo las normas de la Supervisora. Dejen a los chicos solos. El último año tuvo la suerte de tener varios films animados de una calidad superior a la normal. Títulos como Toy Story 3, Cómo Entrenar a Tu Dragón, o la reciente Enredados por mencionar algunas, lograron entretener sin descuidar el alma de la historia, demostrando que el cine de animación no es menos que el de ‘acción viva’, y que no, necesariamente, tiene que estar apuntado a los más chicos, que una buena narración, por simple que sea, no reconoce edades. Estas lecciones, que el estudio del ratoncito transmitió durante años, y que en las últimas dos décadas, la productora de la lamparita perfeccionó, parecieran haber sido olvidadas a la hora de hacer Marte Necesita Mamás. Palabras más, palabras menos, la película de Simon Wells es una obra muy menor. Tal vez no mala, pero si pobre, tanto en contenido como en recursos. Es obvia, lo cual es uno de las peores características que puede tener una narración. Hubo si, un intento de contar ‘algo importante’, de dar una lección, de hacer una fábula espacial y acércasela a los pequeños. Pero en algún punto de esos 98 minutos de metraje ese espíritu se diluye, y queda una obra de tipo ‘directo a video’, un producto televisivo, lo cual es una lástima. Los nombres detrás del film estusiasmaban. Seth Green es un buen artista de voces, recordemos su trabajo con Robot Chicken, y en Padre de Familia, Joan Cusack es una actriz dúctil tanto para el drama como para la comedia y que ha sabido escoger buenos proyectos a lo largo de su carrera. Pero por sobre todos los nombres está el de, mi muy apreciado, Robert Zemeckis, un director al que respeto y admiro, que en los últimos diez años se dedicó (con poco éxito) a la animación, y que como productor había apoyado una película animada para chicos distinta e interesante, llamada Monster House: La Casa de los Sustos, pero su toque y calidez no se siente en ningún momento del film. Hablemos de mensaje entonces, las mamás son un ‘recurso’ invalorable. Bueno, lo son, nadie lo duda. Pero creo que un garabato de uno de los hijos o un simple ‘te quiero’, vale mucho más que decir que decir ‘ella limpia, me hace de comer, etc…’ como si una enumeración de actividades pudiera atrapar la esencia de ese rol. No señores, esto no funciona así. Se tomaron una hora y quince minutos de película para decir en palabras menos de lo que una sola escena, cerca del final de la película dijo. Los chicos son vivos, más de lo que muchos piensan, y saben lo que ‘mi mamá’ significa. En la segunda parte de la lección moral, nos encontramos con un Avatar a la inversa (la comparación no es casual, los paisajes naturales del mundo subterráneo traen algo que es un poco más que una simple reminiscencia de Pandora), donde el terrícola le demuestra la importancia de los valores y las instituciones a un planeta donde el amor vive en la basura y la belleza está enterrada, simbolismos que se pierden dentro de tanto trazo grueso y subrayado. Tal vez tanto análisis no sea necesario, el público al que apunta el film no le presta atención a esos detalles. Pero al final de cuentas la historia, lo que se cuenta, y como se cuenta, no es tan entretenido, ni divertido, ni gracioso. La añoranza al ‘Flower Power’ no sirve para chicos que nacen con una computadora bajo el brazo. En ese sentido el antojo de James Cameron y sobre todo Wall-E cubren mejor esas bases. Y donde la obsesión del viejo Walt con las ausencias de las figuras paternales, el trauma y las familias desarmadas, no funciona, y hasta casi que se contradice. Demás no está decir que el 3D le aporta poco y nada al desarrollo de la historia, casi que funciona solo como un adorno en algunas escenas, y para darle un poco de vértigo a secuencias que de otro modo, serian directamente aburridas. Más cerca de Gaturro que de cualquiera de las películas antes mencionadas. Lo cual es sorprendente porque los dos estrenos anteriores dieron momentos donde el 3D se usó casi con maestría, ya sea la escena de las lámparas de Enredados o la escena de... bueno, cualquier escena de Toy Story 3. Marte Necesita Mamás sirve solo para cubrir la salida mensual al cine en familia. Una película más, que pasara sin gloria y sin pena por los cines y la mirada de los chicos. Ni buena ni mala, olvidable.
Mami! Mami...?! Tortuosa fábula de la factoría Disney que insiste en trabajar la culpa de los más pequeños. Esta vez le toca a un niño llamado Milo que se dedica a vivir su infancia a pleno, desobedeciendo a su madre, como corresponde, y permitiéndose ser todo lo desprolijo que la impunidad de su edad le habilita. Una noche Milo le espeta a su madre una frase desafortunada pero común en los pequeños, que como todos sabemos son seres desalmados en esencia. Con la culpa carcomiéndolo, Milo se levanta en mitad de la noche para pedirle disculpas a su progenitora, pero grande es su sorpresa al ver que unos extraterrestres la secuestran y sin dudarlo va en su ayuda. Los dos terminan a bordo de una nave que los lleva a Marte. A partir de allí Milo iniciará la aventura de su vida al intentar rescatar a su madre de una muerte segura. La animación está hecha mediante el sistema de captura de movimientos, como en "El Expreso Polar", pero el dibujo de los personajes terrestres busca ser hiper-realista, lo que nos lleva a preguntarnos ¿por qué no usaron actores en lugar de dibujos?. Bien podrían haber interactuado con los dibujos y los fondos digitales, pero en cambio decidieron apostar a un método incapaz de transmitir emoción alguna. El 3D no aporta demasiado, apenas sirve para dar más profundidad a las imágenes, algo que con pericia se puede lograr sin tener que apelar al artilugio de moda. La trama es obvia, sin gracia y abundante en golpes bajos; aunque los chicos, que no hilan tan fino, pueden entretenerse un rato con este chicle visual nada nutritivo.
Más allá de algunos momentos de cierta espectacularidad visual, es un producto fallido Las producciones animadas de Disney han conseguido fascinar desde lo narrativo y lo visual, desde la empatía de sus personajes y la fuerza de sus historias, a múltiples generaciones a través de décadas. Incluso cuando percibió que algo nuevo (¿revolucionario?) estaba ocurriendo con la irrupción de Pixar, adquirió esa compañía y nombró a su líder, John Lasseter, máximo responsable de su división de animación. Por eso, porque los artistas y ejecutivos del más tradicional de los estudios de Hollywood saben muy bien qué contar, cómo hacerlo y cómo venderlo, cuesta entender que hayan invertido -sólo en la realización- más de 150 millones de dólares en un proyecto tan poco convincente como Marte necesita mamás , un film decepcionante no sólo desde lo temático (ni la trama ni los personajes resultan demasiado atractivos) sino incluso desde lo estético. La película -con el productor Robert Zemeckis como principal impulsor- apuesta por una técnica que está en plena controversia: la captura de movimiento. Como ocurrió en El e xpreso polar, Beowulf, la leyenda y Los fantasmas de Scrooge (tres largometrajes que Zemeckis dirigió personalmente), para esta historia rodada y coescrita por Simon Wells ( El príncipe de Egipto ) se filmaron primero las acciones y gestos de los actores de carne y hueso (provistos con sensores conectados a computadoras) para luego animarlos y ubicarlos en medio de paisajes marcianos, en una desesperada, casi ridícula y poco fructífera búsqueda de un hiperrealismo que no es tal (la torpeza de ciertos movimientos indica más bien lo contrario). Así, las desventuras de Milo, un niño de 9 años que trata de rescatar a su madre abducida por decisión de una veterana y malvada líder de Marte que intenta sostener un régimen matriarcal en el planeta rojo, carecen de la ligereza, la elegancia, la fluidez, la simpatía, la capacidad de sorprender y emocionar y esa infrecuente inteligencia para trabajar múltiples niveles de lectura que suelen tener las propuestas de Disney y Pixar. Hay en esta transposición del cuento original del dibujante Berkeley Breathed algunos momentos de cierta espectacularidad visual, pero más allá de esos escasos hallazgos estamos ante un producto fallido. Por suerte, en poco tiempo más Disney tendrá la posibilidad de una revancha para demostrar que se trató, apenas, de un mal paso dentro de una larga y fecunda historia de buen cine familiar.
Oscura y poco interesante De Robert Zemeckis, director de El expreso polar y Los fantasmas de Scrooge, llega esta historia que se centra en la abducción de madres terrícolas por parte de naves marcianas. Hay películas que se descubren mediocres o directamente malas desde el comienzo. Otras, claro, parecen iluminadas desde la primera escena. Pero otras, como Marte necesita mamás, generan confusión, sentimientos encontrados, y finalmente bastante decepción. En primer lugar se trata de una película que apunta a tener un costado bastante oscuro y perturbador. El comienzo es claro: luego de una discusión entre un niño y su madre –y sin ninguna relación directa– la madre es secuestrada por extraterrestres. Podríamos entonces asumir que se trata de un film con esas características y listo. Pero la película no consigue luego de esa escena, tan poco simpática, conmover al espectador, movilizarnos a través de personajes que posean algún tipo de encanto. La ausencia de humor en la mayoría de las escenas y la casi inexistente presencia de un cómic relief hace que la película no entre tampoco por ese lado. No sólo no parece decidir un camino, sino que en los que transita tampoco funciona. Sí, es verdad que el dramatismo está más logrado que el humor, pero curiosamente carece de simpatía, algo que las películas de Disney no suelen descuidar. No es un film malo ni mucho menos, pero es un caso muy raro de falta de rumbo. Más curiosa todavía es la tesis que la película parece querer imponer con mucha fuerza, pero que a pesar de ser pesada, también resulta confusa. A primera vista parece ser una crítica a la sociedad contemporánea y su falta de familias tradicionales, algo que –según el film– lleva al desastre. Pero lo que podría ser un argumento anti progresista esconde también algo más: la idea de que los machos de la especie son tan inferiores e inservibles que han sido ellos los que demolieron a la familia. Como sea, es la primera de las dos ideas la que suena más fuerte y es insólito el peso que esto tiene en la trama del film. La suma de todo esto da una película grave, cuyas mejores escenas son para un público adulto, pero que no mantiene coherencia con el resto del material. Quedará como un misterio el que un film tan caro y con tanta gente haciéndolo, no haya podido encontrar en todo su proceso un tono, un estilo y una dirección definida. <
El amor, esa fuerza intergaláctica El sólo nombre de Robert Zemeckis introduce en una galaxia creativa maravillosa. En el tablero de una nave, dos seres de rasgos alienígenas, familiares para los espectadores de cine fantástico, buscan algo que no tienen. Para eso enfocan la Tierra, una casa, un niño y su madre. El chico desobedece y ella se impone. La escena breve desata la acción de Marte necesita mamás. Con la técnica de captura de movimiento en 3D, la película que dirige Simon Wells cuenta un día muy difícil en la vida de Milo y su mamá, cuando ella es transportada a Marte. El niño, que disfruta de los videojuegos y delira con simuladores en su compu, ahora entra en una dimensión muy parecida a la de sus juegos. El trasfondo es brutal: los marcianos quieren quitar los recuerdos y el instinto a la mamá que duerme adentro de una campana de vidrio presurizado. La película pone al espectador en un vuelo alucinante a través de las capas de la atmósfera hasta llegar a Marte, que resulta un planeta habitado por gente que debe resolver problemas de crianza de las niñas. Porque en Marte el matriarcado es bravo y los varones están condenados a los suburbios donde viven en medio de la chatarra. En ese espacio marginal, Milo conoce a un terrícola adaptado a la fuerza (Dan Fogler) y encuentra una aliada de ensueño, Ki (Elisabeth Harnois). Salvar a mamá es un trabajo contrarreloj (antes de la salida del sol), plazo que pone a prueba el ingenio del equipo y la amistad entre de Milo y Gribble. Marte necesita mamás abunda en analogías, desarrolla comparaciones muy divertidas que los chicos mayores de seis van a disfrutar y que la generación de los ex niños de Zemeckis aplaudirán, como el homenaje a la cultura hippie. El diseño de la película es fabuloso, un festín para 3D, con abismos insondables, valles fosforescentes, montañas de chatarra, ejércitos de niñeras metalizadas, manchas de color impresas en las paredes plateadas de la nave y referencias encantadoras sobre la cultura terrestre, es decir, la de la televisión. El ritmo y la belleza del cuento de aventuras valen por sí mismos. Funcionan como el mejor envoltorio para hablar de amores intergalácticos y vínculos sin fronteras. Tratándose de Zemeckis, el comentario sobre los valores exaltados y el modelo de civilización propuesto puede esperar.
Como la ciencia-ficción de los ‘50 Cada vez es más clara la frontera que se ha trazado de manera natural entre lo que Disney produce a través de John Lasseter, creador de los estudios Pixar, a quien ya puede considerarse como uno de los genios del cine moderno, y el resto de las producciones de los estudios del ratón. La diferencia entre lo que toca Lasseter y el resto es inmensa, incluso en los casos en que el resto cuenta con otro productor de nivel, como se supone que es Robert Zemeckis. Y no es necesario traer del pasado las listas de los grandes éxitos de uno y otro en el terreno de las películas animadas para hacer evidente esa diferencia. Sobra con mencionar sus últimos títulos. Mientras Lasseter es responsable de la impecable Enredados, Zemeckis aparece ahora con Marte necesita mamás, dirigida por Simon Wells, y no hay ni por dónde empezar a comparar. No está de más decir que Marte necesita mamás cumple con creces en cuanto al trabajo de animación. Con una técnica similar a la que el propio Zemeckis ya usara en sus últimos films como director (El expreso polar; Beowulf; Los fantasmas de Scrooge), Marte necesita mamás reproduce a la perfección las fisonomías y movimientos de Joan Cusack, Seth Green y Dan Fogler, los actores que les prestan el cuerpo (y la voz en la versión original) a los tres personajes principales. Justamente, no es un problema técnico el que desvaloriza a la nueva película de Zemeckis sino el imaginario desplegado y algunas ideas que corren por debajo del texto, siempre tan significativas en una producción de Disney. Ahí es donde la comparación, odiosa como siempre, vuelve a aparecer. Porque mientras en Enredados daba gusto ir destejiendo la compleja trama de lazos que unía a los personajes, Marte... rezuma el espíritu conservador de las producciones menos ricas de la casa Disney. La civilización marciana ha devenido matriarcado. Desplazados los hombres a una casta inferior y condenados a vivir entre los desperdicios que produce una metrópolis sólo habitada por mujeres, son éstas quienes gobiernan en Marte. Pero tienen un problema: tan ocupadas están en hacer todo el trabajo, que no les queda tiempo para ser madres. Así que para criar a los chicos –que literalmente nacen del suelo cada década y media– han creado una serie de robots niñera para cubrir el puesto vacante. Pero como también han perdido todo instinto maternal, cada 15 años seleccionan una madre terrestre a partir de un único valor: la capacidad para hacer que sus hijos cumplan con las reglas y las órdenes que reciben (ordenar sus juguetes, sacar la basura, comerse toda la cena). Tras abducir a la elegida, su registro mental es implantado a los robots niñera y así funciona la cosa. El problema es que ese trasplante implica la muerte de la elegida. Es así como la mala suerte golpea a la casa del pequeño Milo, cuando las marcianas se llevan a su madre, con quien acaba de pelearse por un capricho tonto. Pero Milo conseguirá colarse en la nave espacial e irá a rescatar a su madre al mismísimo planeta rojo. Con un humor de trazo grueso y una aventura de manual que remeda a la ciencia-ficción de los años ’50, Marte... propone ante todo un rescate algo tosco de los valores de la mujer/ama de casa, principios sobre los que Estados Unidos se erigió imperio justamente en la posguerra. El rescate de Milo en Marte no es sólo el de su madre sino el de toda una forma de ver la sociedad: más vale mujer en mano que cien volando.
Lo que necesita es un buen guión… Marte necesita mamás fue la última producción iniciada por la ImageMovers antes de que la Disney anunciara su cierre definitivo en marzo de 2010. La compañía del viejo Walt había comprado en 2007 el Studio creado una década atrás por Robert Zemeckis y socios. Es casi tragicómico leer los argumentos oficiales de la Disney para decretar la bajada de persiana: detrás del palabrerío inútil se sobreentiende que los motivos reales están relacionados con que las películas cuestan mucho más de lo que recaudan. El canto del cisne de esta productora especializada en films animados con la técnica de captura de movimiento sinceramente no podía estar más fallido y confirma las sospechas agoreras de los dueños. Marte… tuvo un presupuesto de 150 millones de dólares y cosechó menos de 7 en su fin de semana de estreno. Los catastróficos números son lapidarios. No es el único responsable pero por su cargo en el Studio hay que decirlo: Robert Zemeckis nunca le encontró la vuelta comercial a sus productos. El expreso polar (2004), Monster House, la casa de los sustos (2006); Beowulf, la leyenda (2007) y Los fantasmas de Scrooge (2009) ya son historia... En Marte necesita mamás el director Simon Wells y su mujer Wendy adaptaron sin mucho ingenio el libro infantil homónimo del autor e ilustrador ganador del premio Pulitzer Berkeley Breathed. El planteo es descabellado pero eso en sí no es forzosamente malo. El problema son los personajes que no funcionan como deberían y un humor raquítico que siempre se queda corto. La aventura dispara la imaginación de los niños pero sin el complemento estimulante de la comicidad la narración se desinfla sin remedio. Pixar es un buen espejo para esta clase de relatos. Simon Wells, pese a su experiencia en el campo, da la sensación de no haber visto en su vida alguna de las tantas películas del revolucionario Studio de John Lasseter… Milo (Seth Green) es un niño de unos diez años que se enoja con su mamá (Joan Cusack) por castigarlo sin saber que esa misma noche una líder marciana (Mindy Sterling) ha decidido secuestrarla para extraerle todo su conocimiento en la crianza de niños y así programar a sus propias nannybots (niñeras robot). Al intentar detener a los captores Milo accidentalmente sube a la nave espacial y es llevado a Marte donde un adulto/niño humano llamado Gribble (Dan Fogler) lo ayuda a escapar. El resto de la trama narra los esfuerzos del dúo, a quien luego se suma la marciana insurgente Ki (Elisabeth Harnois), para rescatar a la mamá de Milo antes de que sea demasiado tarde… Curiosa resulta esa sociedad netamente matriarcal que describe Wells en la cual los hombres son condenados a vivir en un planeta basura por ser “tontos y querer jugar y bailar todo el día”. Las mujeres son guerreras o científicas y no pierden su tiempo criando hijos. Si las criaturas recién nacidas –que emergen del suelo, no del cuerpo de las marcianas- son hembras se las entrega a los nannybots para que las eduquen. Si son machitos, en cambio, son arrojados al planeta basura para que los idiotas de los hombres se ocupen de ellos. Un panorama desalentador que Wells y compañía utilizan para entregar su mensaje: todo niño debe estar bajo los cuidados de una madre y un padre; mientras que el Amor es el ingrediente mágico que mantiene cohesionada a cada familia, y hay que ser extraterrestre para no verlo. Para superobjetivo un poco básico, ¿no? Desde un punto de vista cinematográfico Marte necesita mamás cumple con los mínimos rudimentos para entretener por su solvencia técnica y el poderío audiovisual que era de esperarse viniendo de Disney. Faltan los contenidos para enriquecer la simple anécdota elegida y sobre todo las emociones que involucren a chicos y grandes por igual. En materia de personajes insufribles Jar Jar Binks ya no está tan solo: el gordito Gribble se ha ganado su lugar con un histrionismo agotador. Viendo el making of que acompañan los créditos finales nos queda una certeza incontrastable: el equipo técnico y los actores se divirtieron mucho más que nosotros. Y bué, un despropósito más…
Anexo de crítica: Si bien en el apartado visual Marte Necesita Mamás (Mars Needs Moms, 2011) supera a las últimas obras en motion capture de Robert Zemeckis, resulta evidente que una historia rutinaria y unos personajes unidimensionales le terminan jugando muy en contra. Para colmo el desempeño del director Simon Wells no va más allá de una aceptable prolijidad…
Anexo de crítica: La imaginería de los creadores de El expreso polar no aparece con todo su esplendor en esta nueva incursión por el campo de la animación cada vez más cerca de la hiperrealidad. Con las limitaciones propias de una historia destinada a un público infantil, este relato si bien fluye con prolijidad carece de emociones y de personajes interesantes como para destacar. Sin embargo, su impecable calidad técnica puede disfrutarse en pantalla grande aunque resulte un tanto desaprovechado el pasaje al 3D...
Del mismo director de “El príncipe de Egipto” (1998), Simon Wells, llega esta última producción de Robert Zemekis, Disney Digital 3D e Imax 3D. “Marte necesita mamás” está basado en el libro infantil de Berkeley Breathed, que narra la historia de Milo, un niño cuya mamá es secuestrada por marcianos. Milo se embarca entonces en su rescate, y eso lo llevará a vivir un sin número de aventuras en el planeta rojo, en donde conocerá a seres inolvidables como Gribble (un gordo treintañero con alma de niño, que con sus dispositivos tecnológicos ayudará a Milo a escapar) y Ki (una simpática marciana, atraída por el arte y la cultura hippie). Técnica. Realizada por el mismo equipo que participara en “Los fantasmas de Scrooge” y de “El expreso polar” (2004), la película utiliza la técnica capture performance. En esta técnica, la animación cobra vida a través de la labor de personas reales que se mueven, hablan y saltan. Mediante trajes con sensores que usan los actores (en este caso, Seth Green, Joan Cusak, Dan Fogler, Mindy Sterling y Elisabeth Harnois), sus movimientos son capturados y aplicados en un modelo tridimensional generado por ordenador. Este efecto realiza un interesante juego visual, en el cual los dibujos se convierten en reales y las personas reales en dibujos, y esto crea un universo artificial por partida doble. Personajes. Ninguno se caracteriza por una verdadera innovación. Están construidos y atravesados por personajes vistos en otras películas o series. Creo en todo caso, que su virtud está en su apariencia; es allí donde radica cierta originalidad, en las personificaciones de los marcianos principalmente. Con un lenguaje inteligible, pero que sonoramente recuerda a las lenguas orientales, y una celadora cuyo peinado y vestidos, remite también a la cultura china. Las jóvenes marcianas, poseen una silueta que se asemeja a las de las hormigas (mucho más estilizadas eso sí) y sus trajes tienen similitudes con los vistos hace no tanto en “Tron, el legado” (2010). Mientras, los marcianos son un entrecruce entre hippies y rastafaris, con sus colores, collares, sus barbas y su pelo con rastas. La estética retro subyace a lo largo de todo el film, y esto puede apreciarse hasta en su afiche, cuya tipografía roja evoca a la filmografía de los años `70. Historia. Es bastante ñoña y predecible, pero rescato su mensaje, que lejos de ser conservador, lo recibo más bien como contestatario frente a la desigual y avasallante emancipación femenina en el ámbito de la procreación y la crianza de los niños. Es claro el paralelismo que traza entre esta realidad terrestre, y la sociedad marciana, regida por mujeres que hacen del trabajo su vida, sin tiempo siquiera para poder educar a sus hijos. Por otro lado, “Marte necesita mamás” aunque no puede evitar hacer un chiste sobre la carrera espacial que llevara con Rusia en épocas pasadas, nos hace sospechar si su ahora enemigo espacial es China (¿de allí la preponderancia de elementos orientales?) como bien lo indicara el documental “Pax Americana” (2009). Es que esta película pese a su simpleza, propone además de la historia principal, un conjunto de pequeñas lecturas posibles tendientes a entretener a los más adultos. Aunque las críticas en general (y los números de la taquilla) no han sido de lo más alentadoras en EEUU, creo que se trata de una buena opción, cargada más bien de ternura y nostalgia, que de originalidad o singularidad.
El valor de lo perdido Milo es un chico de 9 años que ya comienza a necesitar un espacio propio. Sin embargo depende mucho de su mamá, aunque le molesten sus controles. Pero la vida lo pone frente a una angustiante realidad: su mamá es secuestrada por marcianos que necesitan con urgencia alguien que les enseñe a las madres marcianas cómo se atiende a los niños. Rápidamente el chico advierte que se quedará sin comida, ropa limpia y orden en su casa. Además ama a su mamá, por lo que no duda en sumarse a la expedición como polizón en la nave espacial y acompañar a su madre con el objetivo de liberarla y traerla de vuelta a su casa. Más allá de las interpretaciones que las feministas harán del tema central de la historia, hay que decir que la película cuenta con un argumento que cautiva a los chicos: mucha aventura con ritmo sostenido.
Este film de animación digital de Disney está llevado adelante por el estudio digital de Robert Zemeckis, director de piezas antológicas como Forrest Gump, ¿Quién engañó a Roger Rabbit? y la trilogía Volver al futuro, entre otras, quien se ha obsesionado últimamente con el sistema motion capture. En Marte necesita mamás, con el respaldo de la productora del gran Walt, vuelve a la carga con un formato con el que ha pergeñando títulos animados poco convincentes como El Expreso Polar, en este caso con una mayor justificación en su empleo, ya que se trata de un film de ciencia-ficción. El director Simon Wells, un especialista en el género (Balto, El Príncipe de Egipto), se ocupa de la lucha de un niño por rescatar a su madre abducida por marcianos que precisan de su esencia para los cachorros de su especie. Una trama algo rebuscada y dotada de escenas poco agradables para los muy pequeños, pero que puede interesar a niños más grandes por la aventura interplanetaria. La realidad es que sólo James Cameron pudo darle envergadura al sistema a través de la excepcional Avatar, mientras que Marte necesita mamás cae en falencias ya vistas, como los rostros y expresiones que buscan ser calcos de la mirada humana y no lo consiguen. Están más logrados, lógicamente, los personajes marcianos, y atraen ciertos logros formales y de diseño, pero aún así el humor y la diversión no abundan.
VideoComentario (ver link).
Milo es un chico desobediente que ignora los cuidados de su madre hasta que una noche esta es secuestrada por extraterrestres que la llevan a Marte. El niño tendrá que embarcarse entonces en una aventura por el planeta rojo y atravesar grandes peligros para rescatarla. Es difícil no comenzar una reseña acerca de Mars needs moms sin hacer una obligada referencia a su escasa recaudación en la taquilla. Con un presupuesto estimado en 150 millones de dólares en su semana de apertura arañó los 7 millones y ahora, a 12 días de su estreno en Estados Unidos, apenas supera los 15. Esto no sólo la convierte casi oficialmente en el peor fracaso de Disney sino que además le permite formar parte de la exclusiva lista de las peores catástrofes de la historia del cine. Las especulaciones en torno a las causas de esto son muchas y acerca de diversos aspectos. Se culpa al productor Robert Zemeckis y su obsesión por la animación en motion capture la cual ha demostrado no ser efectiva a la hora de contar billetes como lo prueban sus producciones previas Polar Express, Beowulf o A Christmas Carol. Se sostiene además que el planteo no es bueno, también que no es atractiva porque los niños no quieren ver cómo secuestran a sus madres o incluso que hay un mercado, el animado, que se encuentra saturado, afirmación de la que Rango puede reírse en la cara. Puede ser una o la otra o incluso todas juntas, por tratarse de una crítica mi enfoque será en los aspectos propios de la historia, por lo que de develar el misterio se encargarán los ejecutivos que acusaron el golpe. Una madre dedicada intenta impartir disciplina a su hijo desobediente y contestatario que hace lo imposible para no cumplir con sus mandados. Recurriendo a una idea ya gastada, el chico terminará una discusión deseando no tener mamá para, acto seguido, encontrarse que ella está siendo abducida por los marcianos, iniciando así una aventura infantil que mantiene su cuota de previsibilidad hasta el final. Si bien idealmente es para chicos, el cine animado en los últimos años ha probado ser también para adultos, algo que no se puede afirmar de una película que no logra acertar el ritmo con un guión cargado de intenciones moralizantes y sobre todo demasiadas obviedades en el desarrollo. Habrá así mucho diálogo meloso con la pretensión de tocar las cuerdas sensibles, quedándose a medio camino porque si hay algo que el film no tiene es emoción. Sean muñecos, monstruos, peces o robots, los personajes de estas películas que tienen a Pixar a la cabeza, transmiten emociones, hacen reír, llorar e incluso reflexionar, en cambio los de Mars needs moms no, porque carecen de expresividad. En definitiva si hay algo que esta realización de Simon Wells prueba es que el cine de animación no es una garantía absoluta de éxito. El primer gran fracaso que hace uso de esta técnica es una advertencia, no sólo no hay que perder de vista la calidad y la originalidad, sino que también fundamentalmente hay que prestar atención a los guiones, que porque estén orientados a menores no significa que se deba tratar a todos los espectadores como si tuvieran cinco años, explicándo por ejemplo que el amor de una madre es llevar al hijo a Disney World. Por supuesto este tropezón irá acompañado de muchas caídas, no de otras películas sino más bien de realizadores, sería inocente pensar que los productores aceptarán un fracaso de tal magnitud sin hacer que muchas cabezas rueden. Es que después de todo, Marte necesita mamás, pero Disney necesita que le devuelvan los 150 millones.
Marte Necesita Mamás es el fruto de la alianza entre la Disney y la empresa de efectos digitales ImageMovers, propiedad de Robert Zemeckis y responsable de los CGI de Beowulf y El Expreso Polar. Aquí los chicos de Zemeckis demuestran que se han puesto las pilas y han depurado el proceso de captura de movimientos - lo suyo es similar a lo que hacía Andy Serkis con el Gollum de El Señor de los Anillos y el mono gigante de King Kong, con la diferencia de que lo que aquí se anima son directamente dibujos animados -, llevándolo a un nivel de realismo impresionante. Lamentablemente los chiches visuales no lo son todo y, si bien la historia no es mala, termina por resultar algo simplista. Si uno la ve en detalle, Marte Necesita Mamás funciona como una especie de alegoría sobre las mujeres profesionales que prefieren su carrera a tener una familia (o si la tienen, delegan a terceros el cuidado de la misma). En Marte hay un durísimo régimen de matriarcado, en donde las mujeres descartan a los varones, tienen niños caídos del cielo (bah, nacen en lotecitos de tierra (??)), y se lo entregan a robots niñeras para así poder seguir con lo suyo. El libreto jamás se preocupa de explorar este tema ni cómo la sociedad marciana ha llegado a esto. Existe per se, lo que motiva a que deban raptar una madre terrícola cada tantos años para recalibrar al ejército de niñeras robot y así criar a una nueva generación de bebés marcianos. Como todo esto no era más que un libro de 40 hojas, los libretistas deciden meter relleno a lo pavo con una sarta de persecuciones interminables. Desde el punto de vista técnico, Marte Necesita Mamás es un orgasmo visual. La animación digital es nítida, brillante y tan detallada que, por momentos, resulta imposible afirmar que estamos viendo un dibujo animado. La gente de Zemeckis ha mejorado los actores digitales a tal punto que se ven reales, y ya no tienen esa mirada muerta que afectaba la perfomance de Beowulf. No sólo pelo, piel, ojos se ven reales sino que los personajes son enormemente expresivos y se dan el lujo de exhibir sutilezas. Cuando la mamá (Joan Cusack) pelea con su hijo (Seth Green) y se empieza a quebrar lentamente en llanto, los gestos son de una riqueza fabulosa. El punto es que, si bien la historia tiene un par de momentos emocionantes, Marte Necesita Mamás tiene algo de oportunidad desperdiciada. Es muy correcta y es entretenida pero, desde que el chico aterriza en Marte, sólo sigue una correria tras otra para salvar a la madre, y no hace pausas para analizar el mundo en donde fue a parar el personaje. También es cierto que hay muy pocos caracteres secundarios y los que hay no son demasiado ricos. Por ejemplo, para dar explicaciones sobre lo que ocurre en el planeta rojo, el libreto inserta un terricola que también llegó a Marte cuando era niño y se tuvo que criar solo - un papel ideal para Jack Black, aunque aquí cae en manos de Dan Fogler (el anodino clon de John Belushi en Fanboys) -, pero el personaje bordea lo molesto y sólo sobre el final se humaniza y se redime. El otro compañero del protagonista es una marciana enamorada de la cultura hippie de la Tierra y que devora sitcoms de los años 60, pero su única función es salvar a los personajes principales cuando las papas queman. Ni siquiera hay un villano elaborado como la gente, y eso que contrataron a Mindy Sterling (Frau Farbissima de la saga Austin Powers), una actriz que derrocha gracia por todos los poros pero a la que relegaron a un papel pobremente escrito. Marte Necesita Mamás es simplemente correcta. No hay nada malo con el filme; sólo es demasiado lineal. Lamentablemente la gente le dió la espalda y no llegó a recaudar ni el 15% de su presupuesto de 150 millones de dólares, lo cual atenta contra la salud de la animación digital. Al parecer la magia en la taquilla de este tipo de producciones está reservada para Pixar y Dreamworks, y este filme termina por probarlo.