Cuatro secuelas, una remake con su correspondiente precuela, versiones para televisión y algunos videojuegos no han impedido que con la única novedad del 3D John Luessenhop encarara esta enésima derivación del clásico de horror que Tobe Hooper realizó en 1974 y que los años convirtieron en film de culto y fuente de inspiración para mucho cine de horror y suspenso realizado con posterioridad, y que lo hiciera como si todos esos productos (incluida la primera secuela firmada por el mismo Hooper) no hubieran existido.
Así, esta flamante reaparición del loco de la motosierra se plantea como continuación directa de los atroces hechos acontecidos en el pequeño pueblo de Texas hace cuarenta años. Y en ese comienzo que precede a los créditos y está elaborado con tramos notorios del relato original convenientemente convertidos al 3D reside, precisamente, lo mejor de esta novedad, por lo menos en la medida en que se lo compara con la estupidez de lo que está por venir. Porque lo que viene a continuación, fruto de un guión escrito a cuatro manos y con escasa imaginación basándose sobre los personajes ideados por Hooper y Kim Henkel, es apenas un festival gore en el que lo único que se salva (y probablemente sea involuntario) es la hilaridad que producen los textos obvios e idiotas que los guionistas ponen en boca de personajes que, por ejemplo, están a punto de entrar en una picadora de carne, cuelgan de un gancho como una res en el frigorífico, están escondidos en un ataúd viendo cómo la motosierra atraviesa la tapa o descubren que el metal frío que les acaba de tocar el cuello desde atrás es precisamente la hoja de la sierra eléctrica. Escenas que bien podrían haber sido destinadas a alguna Scary Movie .
Hay aquí una nueva protagonista: la escultural muchacha de ojos claros que, como última integrante (o casi) del clan Sawyer sobreviviente de la masacre, ha heredado la maldita mansión y tiene cierta dificultad para abotonarse las camisas. También, claro, hay una participación pronunciada de la motosierra en manos del cebado gigante con retraso mental al que por algo llaman Leatherface (la escena en que se trasplanta la cara de una de sus víctimas es una perla del horror cómico).
Hay muy gráficas escenas de violencia, con sangre, vísceras y cuerpos mutilados por todas partes, una guerra despiadada y feroz alimentada perpetuamente por la venganza entre dos bandos enfrentados y muy poco que se parezca al suspenso o al horror, terrenos en los que Luessenhop no se luce demasiado. Como el film es en 3D, no falta la motosierra que vuela hacia el espectador y es uno de los efectos más logrados. Otro "mérito" -muy relativo, por cierto- es que con toda su acumulación de disparates y con los momentos en que los rebuscamientos de la acción generan risas, el film puede desagradar por su despliegue de imágenes violentas o cansar por su reiteración de fáciles golpes de efecto y sus excesos, pero no llega a aburrir.