El cine argentino de género tiene un número cada vez más nutrido de directoras tan audaces como inventivas y talentosas. Dos de sus estandartes son Tamae Garateguy y Jimena Monteoliva. Con dirección de la primera y producción de la segunda, ambas hicieron el policial con metaficción Pompeya y el thriller psicológico Mujer lobo, y codirigieron el slasher Toda la noche. Monteoliva tuvo su debut en solitario con Clementina, y en Matar al dragón continúa indagando en el costado más oscuro del universo femenino, con más ambiciones creativas.
Elena (Justina Bustos) reaparece en el bosque cuando hasta su familia la daba por muerta. Padece una extraña enfermedad por la que debe permanecer medicada. Eso no impide que su hermano y médico, Facundo (Guillermo Pfening) la lleve consigo a su residencia de la infancia, donde vive con su esposa y sus dos hijas. Pero Elena es acechada por su tormentoso pasado: el asesinato de sus padres y el secuestro en un mundo subterráneo, bajo el yugo de La Hilandera, una bruja ancestral. Cuando la situación se hace insostenible, deberá hacerse de valor y enfrentar la amenaza.
La película constituye un microcosmos en que se mezclan distintos elementos: cuento de hadas, ambientes postapocalipticos y suburbios propios de los años 50. El logro principal de Monteoliva y del guionista Diego A. Fleischer es hacer que este extraño combo funcione, sin saturar de explicaciones y sin buscar ser un simple delirio trash. De hecho, la historia tiene un tono trágico, aunque con atisbos de esperanza. Al igual que Garateguy, Monteoliva sabe utilizar el cine para hablar de la mujer, con sus padecimientos y su lucha, pero sin descuidar la trama.
Otro mérito de la directora es sacarle el jugo a Justina Bustos, actriz de gran presencia que no suele ser muy bien aprovechada. Aquí puede demostrar sus condiciones para componer un papel atormentado, aunque capaz de desplegar fortaleza en situaciones límite. Guillermo Pfening y un perverso Luis Machín cumplen en roles disímiles, mientras que Querelle Delage asusta como una de las bruja más realista del cine moderno.
Mención especial para la secuencia animada del principio, que relata la historia de la bruja, los alcances de su poder y su transformación en leyenda.
Matar al dragón es una propuesta inusual aun dentro del panorama del género fantástico y de terror local, y la confirmación de que Monteoliva sigue afianzándose como una de las realizadoras más interesantes del país.