La cinta de Carlos Jaureguialzo tiene un gran logro: dura exactamente lo necesario, ni un minuto más. En la era en donde todas las películas rozan las dos horas, que un fresco de la disolución de una pareja pueda contarse en menos de noventa minutos se agradece, y mucho. La película, con Cecilia Roth y Darío Grandinetti al frente del elenco, es una fotografía de un momento puntual en la vida de este matrimonio. Cuenta un día en la vida de una pareja que lleva más de veinte años de casados y se pregunta cómo se puede mantener ese amor inicial, de qué manera la convivencia, los años, el desgaste, la alta de sorpresa atetan contra ese mismo amor y cómo, tal vez, la separación es la única manera de continuar conservando un excelente recuerdo del otro.
A lo largo de todo ese día, con la excelente decisión de mostrarnos la misma historia dos veces pero apreciada desde los diferentes puntos de vista, Molly y Esteban tratarán de descubrir qué es lo que los ha mantenido unidos a través de los años.
Una película concisa, directa, concreta, que cuenta solamente lo que se propuso, sin discursos forzados ni echar mano de grandilocuentes muestras de un amor exagerado y cursi. Aquí todos son personas normales que sufren, aman, se alegran e intentan construir sus vidas de la mejor manera posible.