“Me perdí hace una semana” es la nueva película del director de “La Risa” y “Hoy no tuve miedo” que se estrena al mismo tiempo que otra película suya, “AB”. Hablamos de Iván Fund, quien además junto a Santiago Loza había dirigido “Los Labios”.
En este caso, el director vuelve a hacer dos cosas que lo caracterizan: una, experimentar con las imágenes, los sonidos, las sensaciones, con la idea de dejarlos ser a los protagonistas, hasta tal punto de casi no distinguir la ficción de la realidad; y otra, la de hacerlo siempre de un modo intimista, sin explicar, sin dar nada por sentado. Así, transforma a la película en una experiencia rara, en la que un espectador poco activo se sentirá desconcertado y no terminará de conectarse nunca.
La premisa de la que parte el argumento es muy simple, podría resumirse en un perro que se perdió. Pero además hay una pareja de jóvenes a punto de separarse, una policía que además es madre y, en el centro, un tarotista, el dueño del animal perdido.
“La instancia de filmar siempre es buena. Aunque la película después resulte mala. Una siempre espera que suceda algo”, se relata en algún momento. Y parece ser eso lo que más importa en este film, la idea de sentir que hay algo, algo que aparece solo, que no se lo busca pero se espera que aparezca. Se habla de una sinceridad con los conflictos y de que por el simple hecho de insistir algo va a aparecer.
En este caso, a “Me perdí hace una semana” se la termina sintiendo muy experimental y así como funciona bien, con cierto mérito (ir a lo seguro puede llegar a tornarse aburrido), también se muerde un poco su propia cola. Es difícil terminar de conectarse cuando las escenas no siempre siguen un eje coherente, cuando aparece un narrador que le habla directamente al espectador y luego escenas actuadas con tal naturalidad que nos hacen sentir testigos de una privacidad ajena.
Resumiendo, la película de Iván Fund es una experiencia interesante pero que no termina de cerrar, por momentos se la siente un poco perdida, que de tanto dejarla ir no se sabe a dónde va. Un film que se interpretará siempre de diferentes maneras, según los ojos que se posen sobre él. Pero la búsqueda de su autor está ahí, sigue en camino de probar a dónde lo puede llevar el cine, de un modo no tradicional que se agradece, así como también su duración, apenas más de una hora.