La directora Jennifer Yuh Nelson y el guionista Chad Hodge traen a la pantalla grande Mentes poderosas, un thriller distópico basado en la trilogía homónima de Alexandra Bracken.
La historia se centra en un futuro distópico en donde el 98% de la población infantil murió a raíz de una peculiar enfermedad. Aquel 2% restante desarrolló extrañas habilidades, por lo que representan una amenaza para el Gobierno. Estos sobrevivientes fueron capturados y encarcelados en un campo. Allí los dividen por colores dependiendo de sus poderes: los azules mueven objetos con la mente, los verdes son superinteligentes, los amarillos manipulan la electricidad. También están los rojos, quienes lanzan fuego, y los naranjas, quienes pueden controlar a las personas con la mente. Estos últimos son aniquilados inmediatamente debido al peligro que significan.
En ese campamento se encuentra Ruby (Amandla Stenberg), una joven “naranja” de 16 años que logró sobrevivir seis años en aquel lugar convenciendo a la gente de que es verde. Gracias a la ayuda de una médica llamada Cate (Mandy Moore), la protagonista logra escapar del campamento. A pesar de esto, Ruby tampoco confía en esta doctora por lo que también huye de su lado. En el camino se encuentra con tres adolescentes: Liam (Harris Dickinson), un joven capaz de mover objetos con su mente; Smarty Chubs (Skylan Brooks), un chico superinteligente y Hay Zu (Miya Cech), una chica capaz de manipular la electricidad.
Mentes poderosas podría haber funcionado hace varios años atrás, pero en la actualidad su fórmula es figurita repetida. Futuros distópicos donde las personas son separadas en grupos, jóvenes con habilidades especiales que deben luchar por sobrevivir… Todo parece ser una copia de películas como Los juegos del hambre, Divergente y Maze Runner. Hasta se le pueden encontrar similitudes con Harry Potter y con los X-Men.
La película tampoco evita caer en el tópico de la protagonista diferente al resto que, gracias a su poder, es la única con capacidad para vencer al villano. A esta altura parece estar de más aclarar que Mentes poderosas también peca de cumplir con el típico romance entre la heroína y el “galán del grupo”. Ruby y Liam se enamoran pese a que rara vez evocan una profunda intimidad emocional en la pantalla.
Debido a todos los lugares comunes en los que incurre la película, Mentes poderosas se convierte en una historia con algunos giros argumentales bastantes predecibles. En todo momento es fácil adivinar qué es lo que va a ocurrir y hacia dónde se encamina la trama. Ni siquiera genera un mínimo de sorpresa cuando se devela quién es el verdadero villano. El film termina volviéndose una historia más del montón que no aporta nada nuevo a las tramas juveniles de los últimos años.
Otro de los problemas de Mentes poderosas es la cantidad de preguntas que deja sin contestar. ¿Qué es de la vida de todos los adultos?, ¿Aceptaron cómo si nada que las autoridades los separen de sus hijos y que, en algunos casos, estos sean ejecutados?, ¿Por qué los sobrevivientes desarrollan poderes especiales? La trama sólo se centra en Ruby y su nuevo grupo de amigos, pero deja decenas de cosas inconclusas.