No es casual que sea la "Vidala de la soledad" la primera canción que se escucha en este intento de retratar las múltiples facetas de Mercedes Sosa, ya que es la soledad el rasgo que Rodrigo Vila, director y guionista, y Fabián Matus, productor y principal impulsor del documental, además de hijo de la artista, han elegido como rasgo dominante del relato. Porque aunque recorre su vida desde los días de la infancia en Tucumán, los primeros pasos de una carrera artística que tendría capítulos decisivos en Mendoza con el Nuevo Cancionero y en Cosquín gracias al empuje de Jorge Cafrune y que conocería después innumerables triunfos y no pocos contratiempos, incluidos el exilio, la persecución y la censura, el documental busca sobre todo hacer hincapié en la mujer, en ese ser frágil y tímido, de infinita sensibilidad, al que acompañaba una íntima soledad más allá de la firmeza con que supo defender sus convicciones y de la valentía con que afrontó muchas adversidades.
El retrato es necesariamente complejo, tantas son las facetas de su personalidad, y al componerlo valiéndose de las propias palabras de Mercedes, de los testimonios de sus colegas artistas, de sus familiares y amigos y del rico material de archivo, parte de él inédito, sus realizadores se encontraron ante "un rompecabezas de un millón de piezas", según palabras del director. De ellas prefirieron aquellas que la mostraban exponiendo sus pensamientos y sus sentimientos, sin que ello signifique que el film pretenda ir más allá de lo que la propia Mercedes quiso revelar alguna vez sobre sí misma ni que se ceda a la sensiblería. Paralelamente, y con algunas intermitencias, se exponen aspectos más personales de la vida de la artista (sus dos matrimonios, el primero no muy dichoso con Oscar Matus; el segundo, con el tan cariñosamente evocado Pocho Mazzitelli), los primeros viajes, la persecución política, las amenazas, el exilio y su regreso triunfal con los recitales del Ópera en 1982.
La misma prudencia que exhiben los autores al acercarse a la intimidad de la artista también se percibe en la elección de los fragmentos musicales: se ha evitado recurrir al repertorio popular que aseguraría la inmediata adhesión de la audiencia; importa el significado que tienen los temas elegidos, ya por lo que dicen, ya por la circunstancia en que Mercedes los canta. Y obviamente hay entre ellos muchos de los que la convirtieron en la mayor representante del canto popular en nuestro país, y, como dice el merecido título, en América latina.
También son múltiples los aportes que suman los testimonios. De la grandeza de Mercedes como artista, de su compromiso político, de su lucha contra todas las formas de dictadura, de los sufrimientos del exilio y también de sus memorables triunfos hablan con afecto, admiración y respeto León Gieco, Pablo Milanés, Chico Buarque, Isabel Parra, Teresa Parodi, David Byrne, Milton Nascimento, Víctor Heredia, Julio Bocca y muchos otros, pero también su nieta Araceli, sus hermanos Cacho y Chichi, sus amigos Jacqueline Pons, que la albergó en París (segmento que incluye un encuentro con Piazzolla y Atahualpa y una grabación casera y admirable de "Los mareados") y el psiquiatra Juan David Nasio. Y, por supuesto, Fabián.
Es, en fin, un homenaje ponderable. Un retrato a la altura del personaje.