El cine argentino nunca fue ajeno a la animación. De hecho, El Apóstol, de 1917, es el primer largometraje animado en todo el mundo. Luego llegó Manuel García Ferré, con films que marcaron a generaciones, como Ico, El Caballito Valiente y Trapito. En las últimas décadas hubo intentos en el estilo de las producciones digitales provenientes del exterior, del que se destaca Cóndor Crux. Y también están las películas basadas en personajes populares, como Patoruzito y su secuela, Isidoro, Boogie, el Aceitoso y Gaturro.
Cuando se anunció que Juan José Campanella estaba preparando un film de animación, con Eduardo Sacheri otra vez como co-guionista (trabajaron juntos en la ganadora del Oscar El Secreto de sus Ojos, basada en una novela de Sacheri), en un film inspirado en el cuento de Roberto Fontanarrosa “Memorias de un wing derecho”, quedó claro que sería un producto a tener en cuenta...