Dirigida por el documentalista Gilles de Maistre, Mi mascota es un león utiliza la ficción para hacer una denuncia real.
La trama de Mi mascota es un león gira en torno a una niña cuya familia se muda, por cuestiones laborales de su padre, de Londres a África. Le permiten criarse junto a un león advirtiéndole de antemano que no debe encariñarse demasiado ya que sólo pueden compartir compañía durante sus primeros años de vida. Luego, el animal desplegará su espíritu salvaje y ella correrá peligro a su lado.
Rodada durante tres años para que se pueda crear una relación real entre la joven actriz y el animal, la película sigue por un lado la relación con este león, y por el otro aquello que concierne al trabajo de su padre, lo que hace realmente y cuál puede ser el futuro del animal. La niña, que de a poco se convierte en adolescente, no aceptará nunca dejar a su querido amigo a merced de un destino cruel. En el medio, ambos van creciendo a la par.
Lo curioso es que si bien estamos ante una película dedicada al público familiar, cuenta con un par de momentos aunque no meramente gráficos sí impactantes. Es que no importa cómo y dónde sea criado, el león es un animal salvaje. No obstante, al retratar el mundo de la caza de trofeos no se regodea en esa crudeza y suaviza el tópico. Es que si bien es un relato que pretende funcionar como denuncia sobre ese tema, también quiere ser una historia sobre la amistad.
El argumento se desarrolla de manera bastante simple y predecible. Si bien tiene sus momentos de tensión y sus momentos más emocionantes y conmovedores, así como también otros tantos tiernos, no hay una construcción narrativa muy trabajada. Los conflictos son previsibles, se sienten impostados y parecen resolverse siempre sin muchas vueltas.
A nivel cinematográfico, se nota el ojo del documentalista, con mucho registro de escenarios naturales, con los animales desenvolviéndose en medio de ellos. Pero allí también están los actores, destacándose, además de la naturalidad de la joven Daniah De Villiers, el rostro más conocido, el de Melanie Laurent, que logra aportar, al menos, una gama de emociones a un personaje tan plano como el resto. Así también, el personaje que funciona como villano, este hombre que quiere quedarse con el animal, da a entender sus intenciones desde su primera aparición.
Mi mascota es un león es una fábula que cuenta una historia apasionante de una manera demasiado simplona. Es un film por momentos divertido y emocionante, y con una denuncia clara que al final subraya con una leyenda. Elige la ficción para crear conciencia sobre la caza, en especial la caza de trofeos, la que se hace sólo por placer y por deporte. Sin embargo es una película que aparenta tener destino de televisión antes que de cine.